Hombre rico, hombre pobre #Diosmesalva
Ha habido veces que he deseado tener más dinero, vivir en una casa más grande, disponer de más tiempo libre y poder viajar a mi gusto. Yendo hacia mi oficina, tengo que atravesar La Florida, una de la urbanizaciones más «adineradas» de Madrid. Muchas veces he deseado vivir en una de esas grandes casas, rodeadas de verde, frondosos árboles, con espacio para celebrar… Alguna vez he deseado ser rico.
Luego, con la cabeza centrada y el corazón cerquita del Señor, me convenzo de que estoy en el mejor de los sitios. Vivo en Carabanchel, uno de los barrios humildes de la capital, rodeado de grafittis, cacas de perro, socavones y zonas sin arreglar por el Ayuntamiento… Mi casa no está mal pero es un piso en el que nos apañamos los cinco, sin garaje y sin lujos. No nos falta de nada.
Leo la lectura del carta del apostól Santiago de hoy y brinco de alegría por no ser rico. ¡Qué dureza! Madre mía… Qué difícil ser rico y no desear más. Qué difícil usar con generosidad lo que te ha sido dado. Qué responsabilidad ante Dios… Qué sensación de no necesitar nada, de poderlo todo, de dominarlo todo, de poder comprar todo… El pobre, por contra, se abandona a sus esperanzas, a sus anhelos, a su Señor.
Doy hoy gracias por lo que tengo. Me considero afortunado, muy afortunado. Rico comparado con personas, hermanos, que se debaten en situaciones de extrema necesidad. Gracias Padre…
Un abrazo fraterno