Hay anuncios que sí valen la pena (Lucas 1,26-38)

Prefiero no darle rienda suelta al comentario del Evangelio de hoy. Demasiado atrevido. Prefiero callar y contemplar. Contemplar uno de los momentos, sino el que más, de mayor intimidad de Dios con el hombre. Una mezcla de temor, alegría, confianza mutua, incertidumbre, gracia de Dios… María. María es la protagonista.

Buscando iconografía del momento me he encontrado con multitud de representaciones pictóricas y escultóricas, algunas de ellas muy conocidas. Pero me percaté de un detalle que no me ha pasado desapercibido: la tradición artística cristiana representa en multitud de obras al Arcángel Gabriel arrodillado, o en postura similar, anunciando a María el plan de Dios. Y no al revés. María había sido ya elegida.

No era un anuncio más. No era una persona más. No era un momento más. Todo el misterio y la trascedencia de la escena no es posible recogerlo en un post, ni siquiera en palabras. Contemplemos.

Un abrazo fraterno

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¿Le damos crédito a Dios? (Lucas 1, 5-25)

ZACARiasZacarías no da crédito, no le entra en la cabeza. A él… ¡a un hombre de Dios! ¡A un hombre justo y observante de la Ley! El ángel reacciona con dureza. Ante la Buena Nueva que trae se encuentra tibieza y duda. ¿Me comporto yo a veces de la misma manera? ¿Es la Iglesia, a veces, «mujer de poca fe» ante la noticia que traen los mensajeros de Dios?

No siempre damos crédito a Dios. Decimos que creemos en Él y, mientras no suceda nada fuera de nuestro entendimiento, así es. Pero ¡ay como llegue algo que no entendemos, que se nos escapa, que rompe las reglas de la lógica humana! Se nos cae todo el castillo construido…

Gran lección la de Zacarías. Gran lección la del ángel.

Un abrazo fraterno

Es evidente que el mundo está lejos de Dios… (Salmo 71)

Uno lee esto hoy en el salmo…

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar amar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

… y se pregunta si ese mundo es posible o es simplemente una quimera. Es el mundo donde Dios reina. Evidentemente, no es nuestro mundo. Ni hay paz, ni hay justicia, los humildes son apabullados y aplastados y el amor, como principio universal, no rige los devenires de la humanidad.

¿Cuánto queda Señor? ¿Qué hacer para conseguirlo? A Ti levnto mi grito oh Dios, a Ti, hoy…

Un abrazo fraterno

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#ReconocerLE (Mateo 17, 10-13)

gafas_cerveza_2¿Reconozco a Jesús? ¿Reconozco a los profetas de Dios que me rodean?

Imprescindible: haber conocido ya a Jesús. Haber conocido a algún profeta.

Sin mi experiencia de Dios personal, sin mi encuentro con el Señor… dificilmente voy a reconocerlo en el pobre, en el enfermo, en el vecino, en el niño…

Esta palabra me llama a cultivarme hoy más que nunca, a practicar los sacramentos, a orar con fe en mi comunidad, a formarme más y mejor… y a tener mis ratos íntimos con Él. Sólo así lo reconoceré. Sólo así.

Un abrazo fraterno

Ni bailamos ni lloramos (Mateo 11, 16-19)

Hoy las lecturas son una negrura para mi. Tampoco es que el día sea muy luminoso. Al contrario, más bien. Oscurito. Y en la oscuridad tenemos que caminar muchas veces. Sin rumbo definido, sin saber muy bien adónde, sin muchas ganas y tropezando a menudo.

Es lo que hay hoy. No hay más. Esto es la vida también. Hoy es día de replegarse y esperar. Esperar a que pase la tempestad, que pasará.

No puedo compartir mucho más. Esto es lo que presento al Señor hoy, lo que tengo.

Un abrazo fraterno

Yo, el Señor, les responderé (Isaías 41, 13-20)

Los pobres y los indigentes buscan agua… y no la hay. Hoy.

Este Adviento está removiendo en mi la necesidad de esa nueva evangelización a la que nos han llamado el Papa y los obispos a todos los cristianos. Me está removiendo las entrañas. Me siento profundamente llamado a ser, más que nunca, Buena Noticia. Y la lectura de Isaías de hoy, como el Evangelio de ayer, me invita a acoger esa Buena Noticia, esa promesa de Dios de ser alivio, descanso, protección, amor para los más pobres, desvalidos, indigentes, desesperados, solos, despreciados…

A veces compruebo en internet la multitud de páginas católicas que existen, multitud de portales. Y muchas veces, demasiadas creo yo, su contenido es hacia dentro y, es más, con un objetivo continuo de debate, discusión, crispación… NO VALE PARA NADA. Estoy harto de ver a unos y a otros hablar de si las declaraciones de tal jesuita, de la postura del obispo no sé quién, de la iglesia catalana, de la monja de turno que ha dicho no sé cuanto… Me cansa. Me produce hartazgo. Y, a veces, vergüenza y una gran desazón.

El Señor me llama a ir a los desamparados de mi barrio, a los desesperanzados, a los parados, a los deshauciados, a las familias con problemas, a los que sufren… y decirles lo que hoy dice el Señor por boca de Isaías: «Alumbraré ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque y el yermo en fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos; plantaré en la estepa cipreses, y olmos y alerces, juntos.» Decirles que el Señor los ama, que les quiere, que los cuida, que los apoya, que pongan en Él su mirada, que no les defraudará… URGE SER BUENA NOTICIA.

Un abrazo fraterno

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Cansados y agobiados (Mateo 11,28-30)

niñosufriendoHoy el Papa (@Pontifex) ha lanzado en Twitter su primer tuit. Ha sido un mensaje lleno de afecto, cercanía y alegría con el que, además, nos ha bendecido a todos.

Me parece que tiene relación con el Evangelio de hoy. El mundo está lleno de «cansados» y «agobiados». Cada vez más. Cada vez más pobreza, más crisis, más necesidades básicas sin cubrir, más sufrimiento… También en la red, lugar donde millones de personas se hacen presentes, se plasma este sufrir del mundo. Y el Papa quiere estar ahí para, de alguna manera, pronunciar también esas palabras de Jesús y ser una luz de esperanza para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Este sufrimiento, sin sentido en tantos casos, sólo puede ser sobrellevado desde Jesús. Él es nuestro reposo en los peores momentos. No porque nos resuelva los problemas o nos elimine el sufrimiento sino porque nos ama, sufre con nosotros y, además, nos ha enseñado que, después, siempre nos espera al final del camino.

Un abrazo fraterno

Un encuentro que cambia la vida (Lucas 5, 17-26)

Es hermoso el relato del Evangelio de hoy. Hermoso y sumamente rico para mi oración de hoy, en este tiempo de Adviento en el que intento disponer mi corazón ante el misterio de la Encarnación.

Lo primero que llama la atención es que, muchas veces, para encontrarse con el Señor, uno no puede solo: le tienen que llevar. ¡Cómo cuesta esto! Por eso la Iglesia, por eso una comunidad, por eso un acompañante, por eso… Porque a veces uno solo no puede. Es una de las consecuencias de la acción del pecado, del mal en nuestras vidas: la incapacidad para caminar hacia Jesús.

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Lo segundo que me sorprende es la creatividad de estos hombres para llegar a Jesús. Viendo como estaba el panorama, acceden desde el tejado. ¡Novedad! ¡Nuevas maneras! ¡Nuevas formas! Pero llegar. Lo importante es ser capaces de llegar a Jesús, de ponerle al prójimo delante. Si hubieran hecho lo de siempre, se hubieran quedado fuera.

Y lo tercero son las primeras palabras de Jesús al ver a aquel paralítico. «Hombre, tus pecados están perdonados.» Es como si identificara la parálisis con el pecado. Y va al origen. Porque el pecado nos esclaviza, nos enferma, nos separa, nos inmoviliza, no nos deja ser nosotros, nos hace dependientes… En cambio el encuentro con Jesús nos libera, nos da la vida, nos recupera, nos recrea, nos regenera…

Es gratificante pensar este Adviento acerca de todo esto. De cómo me empequeñezco cuando me dejo llevar por aquello que me aleja de Dios y cómo soy capaz de levantarme y andar tras un encuentro personal con Jesucristo.

Un abrazo fraterno

Juan Bautista: desierto vs. twitter (Lucas 3, 1-6)

Me llama mucho la atención esta frase del Evangelio de hoy: «vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto». Ha centrado mi atención en la oración por varias razones.

1. Juan es elegido y la Palabra le es dada. Juan no es profeta porque no tuviera otra cosa que hacer en su vida. Y no es tanto él quien predica sino Dios quien habla a través de él. Es Dios quien elige, quien habla, quien actúa… Aquí radica la fuerza profética, la autoridad del que habla, la capacidad de tocar corazones ajenos y llamarles a una auténtica conversión. desierto1

2. Esta acción de Dios sobre Juan se produce en el desierto. No en el tumulto. No en el ruido. En la soledad. En la oración. En el desapego. En el abandono en la Providencia.

En este Adviento que vivimos, en medio de una Nueva Evangelización y en medio de toda la reflexión sobre la presencia de la Iglesia en internet y en las redes sociales, en medio de la #iEvangelizacion; creo que esta Palabra es fundamental. El #iTestigo, el #iEvangelizador, el #iMisionero… no es aquel que se lanza a twitter, a facebook, a su blog, etc. a proclamar aquello que él piensa, que él opina, que él cree. El auténtico y útil #iMisionero es aquel que se lanza a twitter, a facebook, a su blog, etc, a donde está la gente, tras haber recibido la Palabra en el desierto. Si no hay Paabra, no hay misión, no hay mensaje, no hay verdad. Si no hay desierto, no hay Palabra.

Que este Adviento, Señor, me prepare una vez más, mejor si cabe, para recibirte. Que me abra a tu acción, que cuide mi interioridad, que crezca en mi oración, que camine en mi desierto; abajando aquello con lo que me crezco y ensalzando aquello que es reflejo de Ti.

Un abrazo fraterno