El gordo terminó en 5. Adiós 2015.
Se acaba el 2015. Desde bien pequeño, la influencia «pelín» emotiva de mi madre ha marcado momentos como este: el 2015 ya no volverá. Nunca más lo volveremos a recibir y nunca más lo volveremos a despedir. Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada año… son únicos. He aquí el martilleo inexorable del tiempo.
Miramos atrás con cierta sensación de pérdida cuando el año ha ido bien y llenos de alivio cuando la vida nos ha golpeado con dureza, esperando que el nuevo año sea, al fin, nuestro año. Aún así, creo profundamente que la mejor manera de empezar un año nuevo es agradeciendo lo vivido en el año que se va. Agradecerlo todo, lo doloroso también, porque lo sucedido es signo de que seguimos vivos, de que caminamos hacia adelante, de que tenemos motivos para seguir esperando, para seguir luchando.
Yo comencé el 2015 con 38 años a la espalda, con mi mujer e hijos viviendo en nuestra casa de Carabanchel, en Madrid, donde llevábamos viviendo 13 años. Lo comencé enfrascado en mi carrera de Ingeniería Informática, comenzada en 1994 y todavía sin terminar, algo cansado ya y ciertamente atascado en ese final prolongado que nunca parecía terminar. Comencé el año trabajando en General Electric Healthcare, con la ilusión de llegar a mis 15 años en la compañía en septiembre. Comencé compartiendo fe y vida en la comunidad Belén, de la Fraternidad Escolapia Betania, con hermanos y hermanas que sabían de mí, que me conocían, que me querían… y con los que había tejido vida en los últimos años. Comencé el 2015 participando en el Capítulo Provincial de los Escolapios, con otros 3 laicos, los primeros laicos en un Capítulo de esta Provincia. Comencé el 2015 impactado por la campaña #iNavidadIrak de iMisión y por el ataque de DAESH a nuestra página web. Comencé el año con mi hermano y mi cuñada viviendo en Ferrol, sin trabajo ambos. Comencé el año con mi amiga Pau en Madrid. Comencé el año en Coruña. Comencé el año querido y queriendo.
Termino el año 2015 con un año más, cerca ya de los 40 y llevando con estilo, elegancia y atractivo mis 39 años. Termino el año 2015 viviendo con mi mujer y mis hijos en Salamanca, concretamente en una vivienda dentro del Colegio Calasanz, enfrascados en la importante misión de educar en la fe y en las letras a los niños y jóvenes. Termino el año siendo Ingeniero Informático, con un 9’5 en el proyecto fin de carrera, cumpliendo uno de los objetivos vitales pendientes más importantes de mi vida. Termino el año 2015 estudiando el Máster de Formación de Profesorado de ESO y Bachiller y ya matriculado en el Grado en Ciencias Religiosas. Termino el año con un trabajo nuevo y muy agradecido por lo vivido y aprendido en GE todos estos años, por las personas conocidas y por los amigos hechos. Termino el 2015 con una nueva comunidad conjunta, donde religiosos y laicos intentamos aprender a vivir juntos, a soñar juntos y a construir juntos un entorno fraterno en Salamanca. Termino el año fuera del staff de iMisión tras mucho trabajo y mucha ilusión, satisfecho por lo vivido, por lo recibido y por lo entregado, con nuevos proyectos en Aleteia y manteniendo mi presencia en 13TV y en Radio María. Termino el año con mi hermano y mi cuñada viviendo en Badalona, con trabajo ambos y mucho más felices y contentos. Termino el año con mi amiga Pau en Albacete, pero cerquita como siempre. Termino el año en Badalona, oliendo al Mar donde tantos han fallecido persiguiendo el sueño de vivir en una tierra en paz y de oportunidades. Termino el año querido y queriendo.
Comienzo el 2016 con muchas ganas de impregnar mi corazón de misericordia, con mucha necesidad de recibirla de Dios y de darla a mis hermanos. Comienzo el 2016 sin más objetivo que seguir gastando mi vida donde crea que me pide el Señor, abierto a las sorpresas y dispuesto a disfrutar de cada instante.
Así sea.