La rosa es única
– No sé por qué me quieres a mi y no a ésa – me dijo la rosa señalando a una compañera de parterre.
– Porque ésa no es tú – le contesté.
– Somos prácticamente iguales. Nadie nos distinguiría con la vista. Necesita lo mismo que yo y su fragancia es la misma. Puede darte lo mismo que te doy yo – insistió.
– A los ojos de cualquiera sois parecidas, sin duda. Pero porque te conozco, te quiero a ti; porque te conozco, he decidido quererte; porque te conozco, ya ninguna otra me serviría; porque te conozco, sé que más allá de la apariencia, la fragancia, las necesidades y los gustos… está el alma y ahí, es ahí, donde ninguna otra se te iguala. Tú eres única.