#Narraluz 16

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Adiós es una palabra prohibida en mi diccionario personal.

Es una palabra a la que odio, a la que detesto.

No afronto la separación, la ruptura… ¡No! ¡No puedo!

El adiós no existe. ¡No quiero que exista!

«Adiós » me dijiste y todo lo bueno que vivía en mi desapareció.

#Narraluz 15

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He muerto hace tanto tiempo… tanto… Soy una sombra, una negrura… una caricatura triste de aquella que saboreaba la vida a la sombra de un buen libro, mirando de frente al mundo.

Soy un espíritu triste, sin rostro. Soy un alma solitaria que no se sostiene por sí misma, una mirada de reojo, una mano temblorosa, un corazón harto de tanto desamor.

¿Qué pasó? ¿Cuándo fue? ¿Cómo sucedió? ¿Fue tal vez la muerte de Esteban? ¿El desprecio de mis hijos? ¿Fueron acaso las oraciones sin respuesta noche tras noche? ¿Qué? ¿Qué día aconteció, qué noche?

Ya no importa. Nada importa ya… Quiero irme, volar, desaparecer. Quiero volver a ser yo, en otro sitio, en otra vida, en otro mundo…

#Narraluz 14

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Me gustan esa clase de tíos que van de chulos por la vida, los que se meriendan las tardes y desayunan el sol mojándolo en el colacao.

Me gustan esos tíos que disfrutan de sí mismos, que te hacen reír y que se fijan en el nuevo corte que te han hecho en la peluquería.

Me gustan los que comen chuches viendo una peli y los que no olvidan nunca el amarillo en sus dibujos.

Me gustan los tíos que me hacen sentir una reina, una perla, un tesoro. Los que me dejan ser yo. Los que disfrutan de nuestras diferencias.

Me gustan esa clase de tíos que saben que me pirro por sus huesos…

Me gusta Jorge porque es de esa clase de tíos…

#Narraluz 13

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Estaba loco. Deambulaba por las calles del barrio, sonriendo, hablando solo y saludando con la mano a los viandantes que, con prisa siempre, pasábamos de largo desdeñándolo.

Sobraba. Nos sobran los locos en esta sociedad tan seria que hemos construido. Nos sobran sus sonrisas sin razón, sus espontáneos saludos, su ropa, sus zapatos sucios, su pelo despeinado… Nos sobran los locos. Y los ancianos. Y los niños. Y los distintos. Nos sobra todo aquel que no encaja en el gran puzzle. Nos sobran los que estiran las alas y, consciente o inconscientemente, quieren volar.

¿Y yo? ¿Sobraré yo?

 

#Narraluz 12

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Ya sé que no tienes trabajo.
Ya sé que no te lo esperabas.
Ya sé que nadie te ha enseñado qué hacer ahora.
Ya sé que te hubiera gustado que sucediera de otra manera.
Ya sé que la vida te da un vuelco y que eres muy joven.
Ella será ahora el mayor de tus desvelos.
Con ella aprenderás a esperar. Ella será tu esperanza.
Aprenderéis juntas a vivir.
Ella te demostrará ser el mejor de los imprevistos.
Porque la vida sin vuelcos, plana, no vale la pena. La vida es de los valientes, de los que ven en todo una oportunidad.
Cuando ella nazca y sus ojitos te miren, Dios te hará una visita y todo cobrará sentido.
Un bebé siempre es una buena noticia. Siempre.

 

#Narraluz 11

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– No acabo de entender…

– No hay nada que entender. Es parte del misterio…

– ¿Misterio? No te entiendo. No entiendo esa aceptación abnegada de la realidad. El gran drama del mundo acontece cada día y, mientras, Dios observa, como un jubilado más; ahí, apoyado en la valla, en silencio, sin intervenir, dejando que todo suceda sin más. ¡¿Y me dices que es parte del misterio?! Yo no pudo creer en ese Dios inmóvil en el que tú crees.

– Yo no creo en ese Dios que observa del que me hablas. Yo creo más bien en el Dios que espera a que algunos de nosotros alcemos la mirada y vayamos a su encuentro. Yo creo en el Dios de la paciencia inagotable y de la esperanza infinita.

#Narraluz 10

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Las cortinas están abiertas y puedo ver, desde mi sillón, los tejados congelados que deja el implacable invierno en la ciudad. Las gaviotas parlotean a lo lejos y la luz claroscura de la tarde inunda mi corazón de una sutil melancolía.

Suena el adagio de «Spartacus» y cada una de sus románticas notas eleva un poquito más mi espíritu. La música es mi merienda favorita junto a una buena taza de café con leche caliente. La escucho sin hacer nada más, con todos mis sentidos abandonados a su enigmático poder. Saboreo la vida a sorbos, satisfecho, y pienso en que, llegado el final, estaré preparado para irme.

Subo el volumen. Llega el clímax mientras la lluvia empieza a golpear los cristales con vehemencia. El día se apaga y yo no estoy dispuesto a perderme ni uno de sus retazos.

Mi mirada se pierde en el tejado más lejano, en la última de sus tejas; lejos. Algún día, me digo, yo formaré parte de esta lluvia, de ese horizonte, de esta música. Entonces, daré gracias por lo vivido y me iré, de puntillas, sin hacer mucho ruido.

#Narraluz 9

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Eres mi centro.

Todo lo demás se desenfoca cuando te tengo delante. Atraes lo más profundo de mi mirada y lo mejor que guardo dentro.

Contigo sé lo que significa hacerse grande abajándose. Tú me enseñas a ser plenamente dándome por entera.

Tus manos, pequeñas, tienen todo lo que necesito. Tus pies, inseguros y jugosos, me muestran la senda que quiero caminar.

No hay sonrisa tuya que no quiera para mi, ni abrazo que no valga el mundo entero. No hay gesto tuyo que no me cautive ni tristeza que te afecte que no desgarre mi corazón.

Toma mi mano. Es para ti. Te la regalo. Para cuando tropieces. Para cuando pierdas el equilibrio. Para cuando no sepas por dónde ir. Para cuando necesites levantarte. Para cuando requieras esa caricia que se te niega. Para cuando te hayas olvidado que Dios, como yo, ama como sólo una madre sabe hacerlo.

 

#Narraluz 8

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Sábado noche. Sobredosis de decibelios y de alcohol en sangre.
Me preguntaste cómo me llamaba después de comernos la boca de camino al vestidor. No te quise decir mi nombre.
– Llámame «nene» – te respondí.
– ¿Sabes una cosa «nene»? – contestaste ronroneando. – Me gustas mucho…
Nos enzarzamos en un magreo sin fin. Tenerte a mi merced era una droga potente y barata.
Cuando llegué a mi casa, rayando el sol, saboreé el mismo vacío de siempre. Una etapa más en mi huída hacia adelante. Un rollo más. Una noche menos. Un contacto nuevo en el whatsapp con el que disfrazar una soledad insoportable.

#Narraluz 7

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Me gusta la gente común. Las personas que, sin grandes pretensiones, son capaces de bailar la vida y, pese a todo, encontrarse con otros y disfrutar juntos del regalo que el buen Dios nos hace cada día.

Me gustan las personas como tú. Las personas que, en invierno, se enfundan tras un blanco gorro de lana, tras unos guantes a juego, bufanda al cuello, y salen a enfrentar su día con una sonrisa llena de calor inagotable.

Me gustan los hombres que, en el metro, van leyendo. Me gustan los que ceden su asiento, los que sonríen al niño que entra con su madre y los que comentan la noticia del periódico compartido. Los que se encuentran, los que se ofrecen, los que se muestran…

Me gustan las chicas normales cuya belleza sólo yo soy capaz de captar. Me gusta que se sepan preciosas tras mi mirada, mientras me miran.

Me gustan aquellos que han descubierto que la vida no se juega en bancos, palacios, terrenos o parquets bursátiles. Me gustan aquellos que no son de ningún sitio y cuya patria es el mundo entero. Me gustan aquellos que convierten un instante en una cotidiana obra de arte…