En la soledad del velatorio, te miro y saboreo la paz de tu rostro. Desolado por tu falta, los recuerdos martillean mi mente…
«- Hijo, exprime cada día. Vive cada minuto apasionadamente. Quémate los dedos si hace falta. Vacíate y entrégate sin reservas por aquello que merece la pena. Sólo así serás feliz y harás feliz a los que te rodean.»
En la soledad del velatorio, te beso por última vez, mamá. Profundamente agradecido, con el corazón lleno de amor, al calor de la inmensa llama que ya has prendido en el cielo.
– Me importa una mierda. ¿Qué quieres que haga? ¿Te piensas que soy libre, que estoy por encima del bien y del mal?
– Eres el manager.
– ¿Y eso qué coño quiere decir? ¡Explícamelo!
– Pues alguna palabra tendrás tú.
– Pues no la tengo. Él es un número en esta compañía. Una cifra. Un coste. Un beneficio. Un balance de cuentas. Y hoy por hoy es negativo. Se tiene que ir.
– Alfredo es una persona…
– ¡Nooo! ¡Es una puta pieza! ¡Una puta pieza del puzzle! ¡Sal de mi despacho inmediatamente!
– Carlos… no te pongas así…
– ¡Que salgas he dicho joder!
Me di la vuelta y cerré despacio la puerta al salir. Nada volvería a ser igual. Yo tampoco.
Es fácil vivir siendo una sombra, uno más de la manada. Uno sólo tiene que dejarse llevar y permitir que la oscuridad que uno lleva dentro se apodere de la totalidad del corazón. Es la perdición disfrazada de placer, de diversión, de libertad. Es la nada abriéndose paso por el alma, destruyendo todo lo que encuentra en su camino.
Tu mano levantó mi cabeza y me obligó a mirarte a los ojos. Mi mirada vejada, donante de tristeza, pudo verse reflejada en unos ojos comprensivos, en pupilas pequeñas y serenas, en el color verde de tu esperanza inquebrantable. Me sacaste del anonimato de la vida y me devolviste mi nombre. Me llevaste a pasear de tu brazo y me enseñaste a mirar hacia arriba, donde se descubren los secretos mejor guardados de la belleza.
Te miro mientras duermes y recuerdo, con agrado, todo lo que vivimos ayer. Te miro mientras duermes y rumio la emoción de verte entrar blanca y radiante por la puerta grande de mi existencia.
Era una de esas tardes en las que uno se siente a gusto consigo mismo. Ya sabes de lo que te hablo. Uno de esos días en los que te merendarías la vida a bocados.
Caminaba convencido de ser el centro del universo, absolutamente seguro de que la gente me miraba cuando pasaba por mi lado. En mi salsa, me sentía el hombre más atractivo de la ciudad.
Era una de esas tardes en las que uno se funde con el mar que atisba al final de la calle, con el aire atrevido que respira, con la piel suave que roza en el atestado metro, con la pija fragancia de la que se cruza contigo en el paso de cebra, con el sabor de una Pepsi Light bien fría al llegar a casa.
Era una de esas tardes en las que ni a ti te echaba de menos…
El tiempo ha hecho mella, sin duda. La piedra, ennegrecida en sus aristas más visibles, ha sufrido el desgaste del correr de la vida y de la humedad del olvido. Pero sigue en pie.
He vivido sin ser consciente de su presencia muchos años. Hoy, al abrazarnos, en un rincón insólito de mi corazón, la descubrí de nuevo. Allí estaba. Rodeada de frondosos recuerdos, escondida en la profundidad, orgullosa de su belleza atemporal. Emocionado, pude recorrer sus esquinas, contemplar detalles ya olvidados, admirar su consistencia, ¡asombrarme de la fuerza de sus cimientos!
Hoy, al abrazarnos, tantos años después, fui llevado por las minas últimas de mi ser hasta aquello que un día tú y yo contruimos.
Cógeme de la mano y ven. Quiero volver a recorrer sus estancias contigo, otra vez. Siempre.
Desde siempre el arte es diálogo. Un diálogo que se establece entre el creador que quiere transmitir algo y el espectador (o lector) que lo interpreta y hace suyo. Es un flujo de conocimiento, experiencia, vida… Las tecnologías de la información y la comunicación y el ritmo de vida actual han hecho que vivamos cada vez más rápido, sin apenas tiempo para observar lo que nos rodea, sin tiempo para posar aquello que leemos o contemplamos. Nos leemos en 140 caracteres, accedemos a muchos blogs a golpe de titular y el móvil e instagram han hecho que la belleza de la fotografía se convierta en algo cotidiano y efímero.
Con #NarraLuz queremos volver a gustar el arte como diálogo, de manera pausada, contemplativa, mirando la realidad y compartiéndola. @scasanovam y @jotallorente llevan desde hace años aportando, cada uno desde sus cualidades y sus blogs, una visión particular del mundo. @scasanovam utiliza la literatura como herramienta y @jotallorente la fotografía y la imagen. Con #NarraLuz quieren hacer diálogo y compartir, unirse para abordar un tema semanalmente, pero cada uno desde su perspectiva. La dinámica será la siguiente:
Una vez a la semana, alternativamente, @scasanovam ofrecerá un texto al que a @jotallorente responderá con una imagen. A la semana siguiente el orden será la inversa, @jotallorente ofrecerá una imagen a la que @scasanovam responderá con un texto.
El diálogo será de frecuencia semanal para tener tiempo de saborear y gustar lo que cada uno ofrece al otro y también para no agobiar al lector-espectador y que el también pueda saborear el resultado del diálogo.
No queremos que el diálogo sea cerrado y en todo momento cualquiera podrá continuarlo, bien por comentarios, bien con alguna entrada en su propio blog.
Ambos autores publicarán en su propio blog el mismo día y a la misma hora la entrada y se compartirá en las redes sociales con la etiqueta #NarraLuz.
Lo mejor de aquellos veranos era pensar en ti no teniéndote. Lo mejor de aquellos veranos era soñar con besarte en la solitaria compañía de un helado, al borde del mar.
Lo mejor de aquellos veranos era tu continua presencia en mi mente, la quemazón en mi pecho. Lo mejor de aquellos veranos era saberse profundamente enamorado y cruelmente rechazado.
No hay término medio en el amor, ni siquiera en el amor no correspondido. Uno se siente morir no teniendo cerca a la persona que da todo el sentido a su vida.
Llegará. Siempre llega. Más antes que después, ya lo verás.
Hoy no sabes quién será el afortunado. No lo conoces. ¿O sí? Ni idea. No tienes ni idea de su color de piel, ni de la ternura de su boca, ni de la pasión de su mirada. Ni idea. Pero habrá un afortunado. Siempre lo hay.
Puede que venga apadrinado por la luna o, tal vez, lo traerá la plena luz del día. Puede que suceda a la orilla de una playa solitaria o en el fragor de una discoteca abarrotada de desconocidos. Eso os traerá sin cuidado. Cuando sucede, siempre lo hace en el escenario idóneo, en el momento justo… Siempre es así.
Cuando beses por primera vez, hija, tal vez no me lo cuentes. Tal vez lo adivine. Tal vez lo daré por supuesto. Cuando beses por primera vez, hija, sentirás que el mundo se pone a tus pies y que el universo entero cabe en ese beso. Serás feliz. Y yo contigo.