Carta a Antonio Ozores

Querido Antonio,

ya has emprendido la marcha y creo que todavía me falta mucho por reir. Me has dejado huérfano de humor.

Ayer, cuando me enteré de la noticia, me pilló bastante desprevenido. Me quedé paralizado, quieto, sorprendido y triste. Sentí tristeza y mucha debió de ser para que alguien como yo, con dificultades para conectar con sus emociones, se diera cuenta de ello. Sentí tu pérdida. Sentí que España había perdido a uno de los grandes. Sentí que se quedaba un vacío difícil de llenar. Sentí que me apetecía recordarte y llorarte y echarte un poquito de menos.

No te engañes, Antonio. Yo no soy un fan tuyo. Ni siquiera soy de esa generación que vivió tus películas en aquella convulsa y clave etapa de la transición y de los últimos años del franquismo. Aquel cine tan denostado hoy sirvió para que muchos españoles miraran al futuro y a su presente con humor, con una sonrisa en la boca. Ese es el mérito nunca reconocido del humorista: hacer reir nunca se valora en la medida en que debería.

Hoy estamos huérfanos de humoristas, Antonio. Hoy estamos huérfanos de risas. Ya no nos reimos de nosotros mismos y ni siquiera nos gusta reirnos con otros. Vivimos como el hombre serio de El Principito, rodeados de cálculos, jornadas laborales, atascos, hipotecas, euríbores, crisis, paro, crímenes de género, malas noticias… Nos cuesta reir porque tenemos los músculos atrofiados. Nos hemos acomodado tanto, tanto… ¡que hasta nos cuesta sonreir! Vivimos en una sociedad gris y nada esperanzada.

Tu hablar en trabalenguas siempre me hacía reir. Y me gustaba también tu relación con tu hija, con Emma. Y me gustaba escucharte en entrevistas. En la última escuché lo que cobrabas de pensión y pensé lo injusta que es la vida, sobre todo aquí. Toda una vida trabajando como tú, haciendo reir, para ser un olvidado de todos. Mientras encumbramos a los grandes hermanos vagos y delirantes que nos muestran lo peor y más deplorable de la sociedad española… Tú no sabías de audiencias, ni de modas, ni de publicidad, ni de share… tú sabías de trabajar, de escribir, de comediar, de proponer…

Poco más tengo que decirte, Antonio. siento tu muerte. Te llevaré en mi corazón. Creo que te mereces seguir vivo en nuestras carcajadas. ¡brindo por ti amigo!

Un abrazo

Carta en un momento de gran satisfacción

Acaban de darme la nota del primer parcial de la asignatura de Fundamentos de Computadores en la URJC, lo que se correspondía a la cuatrimestral Electrónica en Coruña. 8,5. Y me siento tremendamente feliz, lleno, pleno… Tengo ganas de llorar, de reir, de saltar, de escribirle mensajes a todo el mundo que me quiere, de… ¡yo qué sé! ¡Que me como el mundo! ¡Y me voy a saltar la dieta y me voy a meter una pizza entre pecho y espalda porque yo lo valgo!

Para el que no conozca mi historia todo esto será un poco friki. Que un treinteañero talludito como yo, profesional y padre de dos criaturas esté celebrando a estas alturas un aprobado en una asignatura de 1º de su carrera… parece un poco exagerado pero no lo es. Y he aprendido a darle valor a cada cosa y ésta lo tiene. Para mi ha caído algo muy simbólico y es una victoria personal en esta gran guerra que es la vida. Porque esto tiene de valle pirenaico con flores en primavera lo que yo de melenudo heavy. Esto es un continuo luchar y ya que hay que lamer las heridas cuando llegan… ¡también hay que celebrar por todo lo alto las victorias, por muy pequeñas o insignificantes que sean para el mundo!

En pleno drama en Haití, tras ese terremoto devastador, sé que el mundo no huele ni de lejos que hoy hay alguien feliz en alguna parte de su orbe y que un muro ha caído. Son las pequeñas alegrías y los pequeños logros de los anónimos que, aunque pasan desapercibidos, sé que ayudan a construir un mundo mejor y que, de alguna manera, compensan el dolor y el sufrimiento vital de los que no han tenido opción. ¡Hoy hay alguien más fuerte y más feliz! ¿No es ésa una buena noticia para toda la humanidad! Me estoy creciendo por momentos pero espero que lo disculpéis…

Esto tampoco se consigue solo. Porque me hubiera venido abajo hace mucho. Una familia sufriente y paciente que, lo mejor que saben, empujan y animan a dar carpetazo a este tema pendiente. Una mujer que me acompaña en el camino y que conoce mi historia, que la cuida y la cura; que me anima sin presión y me susurra que puedo, que claro que puedo. Una mujery unos hijos que me exhortan a buscar mi felicidad. Una comunidad vital en este proyecto. Recibir sus felicitaciones me ha puesto los pelos de punta. Sentirse arropado y querido es ¡tan importante! para cualquier batalla… porque sabes que siempre hay alguien que te espera cuando vuelves del fragor de la lucha. Amigos, casi hermanos, que celebran mi alegría…

Necesitaba escribir en este momento de euforio. Un 8,5. Gracias. Gracias. Creo que sí, que me lo merezco. Os dejo porque la pizza está a punto de llegar y necesito llorar un ratito.

Un abrazo

Carta al año que nos deja y al año que se asoma, 2009 y 2010

Es ya larga tradición en mi hacer un repaso mental y emocional del año que se acaba en cada 31 de diciembre. Es aprovechar un hito temporal reconocido para echar la vista atrás y retomar en la conciencia qué ha sido de este conjunto de 365 días que se me regaló. Es un preguntarse qué hice con él, qué de nuevo llegó a mi vida, qué permanece en el ámbito de lo mejorable, que regusto me queda ahora que termina…

2009 empezó en casa, con una mesa bonita y en familia, sin mucha algarabía. Como siempre, son las notas de los valses de Viena, imperdibles en mi memoria genética, las que le confieren al año que comienza un halo de esperanza renovada. A nivel personal pronto llegarían cambios importantes. En un arranque de determinación decidí irme a hacer las pruebas para ver si era posible la operación láser que me permitiera no necesitar las gafas para poder ver con claridad. Y fueron positivas. A la semana siguiente mis ojos empezaban a luchar por conseguir un porcentaje de visión aceptable. Descubrir con emoción que, poco a poco, el primer gesto instintivo de la mañana no era ya ir a buscar las gafas. Descubrir en verano que podía estar en la playa con mis hijos y con mi mujer y verles las caras, distinguirlos en el agua desde la distancia… Descubrir lo que es que no se empañen los cristales o que las gotitas de lluvia no enturbien lo que uno tiene delante…

Enseguida vino un viaje a EEUU, a Chicago, Waukesha y alrededores. Me gusta viajar a América. Esta vez con mucho frío. Sentir por primera vez veinte grados bajo cero en mi cuerpo y comprobar una vez más que a gusto me siento paseando por Michigan Avenue, camino de la Torre Sears o por las carreteras que llevan al Educational Center. El año traería la noticia de que va a ser difícil que vuelva a esa tierra en un corto espacio de tiempo. Ya se verá. 2009 también me llevó a Alemania de nuevo…

Mi mujer iba descubriendo en su trabajo un verdadero lugar de realización personal y, gracias a esto, 2009 fue asentando poco a poco la realidad de una vida familiar y laboral más o menos bien cuadrada, con personas más o menos satisfechas y con energía y capacidad para hacer frente al día a día. 2009 fue un año de bastante estabilidad familiar y de pareja. ¡Más que eso! Fue un año en el que hemos crecido como pareja y en el que hemos descubierto nuevos rincones de nosotros mismos que han hecho crecer nuestra unión y nuestro proyecto juntos. Balance enormemente positivo. 2009 ha traído los 2 años de Inés y los 5 de Álvaro y todo lo que esto conlleva. Emociona ver a Álvaro tan sociable, tan suelto, tan hablador… Emociona verle hacer sus primeras sumas y verle tan entregado a la lectura. Emociona ver su crecimiento musical y su capacidad para disfrutar todo al máximo. Emociona descubrir en Inés una nueva personalidad que trae nuevas variables a la vida familiar. Emocionan sus besos y sus abrazos. Emociona su desarrollo en la guardería y sus primeros pasos con el orinal. Emociona verlos juntos, buscándose y aprendiendo juntos lo que significa tener un hermano.

Laboralmente fue un año turbio con despidos de compañeros muy queridos y con un creciente sentimiento de soledad y desazón. Pero en otrso ámbitos se abrieron puertas maravillosas. Animado por mi comunidad y sintiéndome profundamente llamado a ello, me decidí a colaborar estrechamente con las Escolapias de Carabanchel. El proyecto e Padres enREDados es una de las buenas noticias del año y la comida de fin de curso en Infantil y, y y … Me he desvinculado bastante del trabajo en Caminando con los jóvenes y he empezado a explorar nuevos caminos de trabajo para el Reino. Me llegaron las primeras charlas de sexualidad en la escuela RASTROS y la charla para padres de niños de primaria sobre el respeto y la responsabilidad… He descubierto que sirvo para comunicar y que mucho de lo que tengo lo tengo que poner al servicio comunicando.

Y en los estudios también ha sido un año positivo. Pese a todas las dificultades que me envuelven he ido sacando asignaturas y mantengo mi motivación al alza, que no es poco. Pero tal vez ha llegado el momento de plantearse nuevas posibilidades.

Hoy, 31 de diciembre, no quiero quedarme aquí, en la mirada atrás. Quiero mirar con deseo al año que comienzo, enredarlo y camelarlo desde el primer momento. La intuición me dice que puede ser un año clave, de esos que marcan camino. Y así me lo tomo. Voy a estar muy atento a sus primeros latidos y voy a intentar captar los susurros de sus primeras brisas. No quiero que se me escapen los sueños. Yo quiero llegar a las estrellas. No quiero ser un gorrión cuando estoy llamado a ser un águila. Ojalá no me decepcione a mi mismo.

Y poco más. ¡Que la Torre de Hércules es ya patrimonio de la humanidad! ¡Que la amistad con mis amigos es más fuerte! ¡Que Alba es campeona del mundo! ¡Que Pili se ha casado y que Betania crece! ¡Y que maloserá que 2010 no mejore lo presente! Como decía aquel, que cuando peor estemos estemos como ahora…

¡Ha muerto 2009! ¡Bienvenido 2010!

Carta a mi hijo Álvaro

Querido hijo…

Me apetece escribirte esta noche. Lo llevo dentro del corazón. Lo quiero decir con esa música de fondo con la que me engaño y me creo que esto es como una gran película, de esas que te ponen la carne de gallina mientras aprietas los dedos a los reposabrazos de la butaca centrada de la sala.

Hoy te fui a buscar al cole. Tenías predeporte. Después de pedirlo insistentemente el año pasado, este año tú madre y yo pensamos que era algo bueno para ti. El deporte siempre es sano cuando se inspira en los valores que lo han sostenido todos estos siglos. Correr, jugar, sudar, reirse junto a otros intentando alcanzar un objetivo, pelearse con uno mismo por conseguir el nuevo reto, ejercitar al cuerpo y tenerlo a raya… Además, con lo nerviosillo que tú eres sabíamos que te iba a venir bien algo de desfogue. ¡Y que de la música no vive el hombre! ¡Ni sólo de sueños e imaginación! Abre puertas que ya tendrás tiempo de elegir por cuál entras…a cada cual mas guapo

Cuando llegué al polideportivo escuché tu voz llamándome desde la pista. Me viste antes de que yo te pudiera ubicar. Allí estabas sudando a chorro y botando un balón. Con una sonrida de oreja a oreja. Y fue ahí donde pasó. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Si quieres que te lo cuente… no vale reirse… tu padre es así, ya lo sabes tú… Te miré y te vi tan mayor… Te vi hecho un niño hecho y derecho. Pienso en tu edad y 5 años no me dicen nada. Me dicen cuando te veo. No sé si son muchos o pocos. Sé que hoy te vi mayor y que sentí al tiempo recorrerme de arriba a abajo en un carrerón fugaz que casi me deja sin aliento.

¿Sabes? Todavía recuerdo aquella noche del 6 al 7 de septiembre, junto a tu madre, en el hospital de Alcorcón. Recuerdo como si fuera hoy la de uñas que me hubiera comido en la soledad de la sala de espera de paritorio. Recuerdo tu primer llanto. Recuerdo que me encogí. ¡Madre mía! ¡Cómo olvidarlo! Recuerdo las primeras palabras que te dije y cómo te miré. Recuerdo tu primer pañal y tu primer baño. Recuerdo a mamá apretándote a su pecho de madrugada y apuntando las horas de las tomas. Recuerdo la primera vez que viste Coruña o Badalona. Y la congoja del primer día de guardería. Tu primer cumpleaños con «el tractor de san Pedro» que aún sigue por ahí disfrutándolo tu hermana. Recuerdo tu primer viaje en avión y en coche. Recuerdo la primera vez que te puse Nessum Dorma. ¡Y tus primeros reyes y el primer tambor! Recuerdo tus primeras pesadillas y los brazos nocturnos calmándote. Recuerdo el primer capítulo de Caillou, ya de la familia. ¡Y nuestro primer teatro! Recuerdo a tus primeros amigos y el primer día en el cole. Recuerdo la emoción en tu segundo cumpleaños. Tu primera bici. Tu primer muñeco. Tu primer delantal. Tu primer playmobil. Recuerdo cómo te gustaba el cuento de Teo y su familia. Lo recuerdo todo. Y hoy me viene todo.

Hoy te vi mayor. Descubro que el tiempo pasa. No es que sea tonto pero, a veces, quiero disfrutar de estos sentimientos aunque sea para llorar. Me siento vivo. Siento que mi corazón palpita. Que sufro por amor. Que te adoro. Que te mataría a besos. Que me encantas. Que estoy enamorado de ti.

Cada edad tiene su gracia. Ahora vamos los dos en bici y vemos alguna que otra peli juntos ya. La relación va cambiando. Y ambos nos conocemos más. Yo me sé tus puntos débiles y tú los míos. Nos conocemos y nos respetamos. Cada año que pasa trae alegrías y novedosas sorpresas. Pero cierto es que ya hemos quemado una etapa que no volverá. Creo que la he disfrutado a tope. No se me ha quedado casi nada en el tintero contigo. Lo vivido, vivido está.

¡Ay madre cómo he llorado escribiendo esto! En eso somos parecidos. Mucho más sensibles de lo que parecemos. Ilusionados por todo, vivindo al cien por cien cada momento. Y a veces con dificultades para explotar emocionalmente… En fin… ¡¡¿Cómo no voy a querer tener otro hijo?!! La paternidad es algo que no se puede explicar. Imposible contarlo. No admite demasiados cálculos. Se mide en amor, en sufrimiento, en vida gastada.

¿Sabes hijo? Ya casi no me queda pelo. Ja, ja, ja… El trabajo, esta gran ciudad, vosotros… todo pesa a la hora de perder cabello… Y lo cierto es que ya me da un poco igual. Mis manos están curtidas de abrazos. Mi boca conoce tu sabor y el de tu hermana y el de tu madre… Mis ojos son los más bellos del mundo porque reflejan vuestra alegría. Cursi pero bonito… con un par (ya lo entenderás cuando seas más mayor)…

Sigue creciendo. Tu madre y yo estaremos a tu lado. Listos a darte la mano cuando lo necesites y felices de verte ejercitar el vuelo poco a poco. Eres un préstamo maravilloso del Padre. Te quiero tal y como eres.

Muchos, muchos besos. Te quiero.

Papá

Carta en tiempos oscuros

Aquí estoy otra vez. Sumido en tiempos de oscuridad, en momentos de dificultad.

Laboralmente las cosas están complicadas. Después de los despidos de este pasado verano todo el mundo ha incrementado su nivel de ansiedad y susceptibilidad y aunque no hay mal ambiente… se ha instalado una tristeza y una desconfianza que ahoga cualquier atisbo de ilusión y entusiasmo. Se ha dado la salida a lo más competitivo de nosotros. Se ha despertado al monstruo empresarial que tan poco me gusta. Estoy incómodo. Me muevo con dificultad. Sé que en este entorno tan poco humano… yo no soy valioso. No es el entorno que hace brotar lo mejor que tengo. Me inmoviliza. Me anula. Me desprestigia. Y no me siento a gusto. No sé si será esa la razón por la que estos últimos días me estoy descubriendo con la sensibilidad a flor de piel. Y cuando estoy así… añoro.

Tal vez sea una herida real ante la que siempre quise mostrarme fuerte pero lo cierto es que hay momentos de mi vida en que, pese a lo feliz que estoy junto a mi mujer, mis hijo, mi comunidad… añoro a los que no tengo. No es que eche de menos situaciones ni que me deje envolver de recuerdos y entre en una espiral de melancolía insana. No es eso. Echo de menos a las personas, a aquellos a los que quiero y de los que puedo disfrutar tan poco. Echo de menos a mis padres, a mi hermano, a mis amigos de la infancia y la juventud con quien sigo vibrando cada vez que nos encontramos. Los añoro. Tal vez sea una herida real o simplemente el precio de la ausencia, el tributo de una apuesta vital fuerte y que salió bien.

Cuando hablo con mi mujer de esto sé que me escucha y me entiende aunque creo que es difícil ponerse en el lugar de uno cuando no has pasado por ello. También es verdad que yo no me sé explicar demasiado bien, ¿qué quieres que te diga?. Me cuesta hacerme consciente de estas ausencias y sólo es en momentos oscuros cuando percibo el frío del que está sin mantita. ¡Claro que mi mujer es refugio y abrazo! Pero cada uno aporta lo que quiere y puede desde su posición. Y la manta paterna, el calor del amigo, la mirada cómplice y conocida de aquel que lleva más de 20 años a tu lado… se echan de menos.

Este verano visité varias veces Coruña. Me sabía en casa. Y me acostumbro últimamente a disfrutarla y pasearla a solas. A recorrer esos rincones que nunca antes había recorrido de esta manera. Y me descubro entrando en lugares archiconocidos y tremendamente desconocidos a la vez. Me descubro entrando a teatros casi vírgenes, mirando jardines más que pateados, observando la bahía desde otro ángulo… Me descubro oliendo el mar y subiendo a tranvías por primera vez, como si todo fuera nuevo. Es una extraña sensación. Y aprovecho para cargarme de las risas de mi madre que tanto tiempo me dedica, entregada… Y observo con detenimiento a mi padre durmiendo la siesta, como cada día en su sofá a la hora del telediario… Y ceno con mi hermano y le escucho y le pego mil y una charlas de las que luego me arrepiento… SUC30603

A los amigos los echo también mucho de menos. Muchos quisieron explicar de qué va esto de la amistad pero creo que sólo el corazón sabe de sentimientos. No lo sé explicar. Ni lo pretendo. Cuando hablo de mis amigos hablo de aquellos que nos conocimos en el cole, algunos en la universidad… aquellos que saben de mi desde que teníamos 14 años o antes. Aquellos que han pasado a mi lado todo, de todo. Mis amigos conocen mi historia y yo la suya. Casi al dedillo. Conocemos a nuestros padres y nuestros padres nos tratan como de la familia. Mis amigos saben cómo soy y al revés. No hace falta decir mucho, ni llamarnos mucho. Estamos. Y estamos juntos. Los quiero. Y los necesito. Y no los tengo. Esa es la realidad. ¡No te imaginas, tú que estás leyendo esta carta, cuántos abrazos pendientes tengo con mis amigos! Abrazos que necesito dar. Abrazos que necesitan recibir. Abrazos que pido a gritos.

Me descubro frágil en estos días de oscuridad. ¡Vienen tiempos oscuros! le decía Gandalf a Frodo en su largo camino, en su importante y peligrosa misión. ¡Qué lejos queda la comarca!

Una carta siempre es una lancha de salvamento. Un salvavidas. Por eso escribo. Y hoy tocaba esto. La música, como siempre, a mi lado.

No tengo miedo. No estoy solo. No me siento solo. Tal vez algo triste. Tal vez sea eso. Y no quiero echar a la tristeza de un plumazo. ¡Dejadme sentir sus manos! Se me pasará. Tengo antídotos más que sufientes en casa, en la habitación de al lado o durmiendo en mi cama cada día o gastando la vida junto a mi. No es por antídotos. Simplemente quería contar esto. Quería contármelo. Traerlo a la primera línea de mi consciencia. Quería llorarlo un poquito. Sólo eso.

Un fuerte abrazo

Carta a quienes peregrinaron conmigo

Queridos Charlie, Villa, Sátur, Elena, Luz, MariLuz, Marco, Barrigón, Máría, Fernandito, Álex, Loreto, Pepe…

Desconozco cuántos y quiénes de vosotros todavía tenéis en vuestro poder el vídeo en el que inmortalizamos nuestro peregrinar a Santiago de Compostela allá por el año 93. Yo lo he reencontrado hoy en un armario de casa de mis padres después de haber vivido con la tristeza (sí, digo bien, tristeza) de pensar que lo había extraviado en mi época de traslado de casas. No puedo negar que según lo tuve en mi mano mi corazón dio un vuelco y me llené de alegría. Lo puse inmediatamente pese a estar trabajando. Pude saborear cada palabra, cada sonido, cada paisaje, cada detalle… como si fuera hoy mismo cuando lo estuviera viviendo. Me llené de emoción y, cuando la emoción me embarga, necesito expresarme por escrito y con música de fondo. Hoy he elegido para este momento el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven. Los pelos como escarpias.

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En 1993 la mayoría de los que allí estábamos estábamos entre los 16 y los 17 años y cursábamos 3º BUP. El colegio, a iniciativa de Sátur, organizó la posibilidad de realizar el Camino de Santiago en fines de semana desde O Cebreiro. No era barato. Y nos animamos unos cuantos, unos cuantos que ya formáis parte de la historia de mi vida y de la memoria emocional del que os escribe. Me surje un tremendo sentimiento de agradecimiento hacia mis padres por haberme dado la oportunidad de haber participado. Era la primera actividad de ese estilo en la que yo participaba. Nunca había ido a campamentos ni a colonias ni con los scouts… Era, por decirlo de alguna manera, la primera vez que salía de casa en ese plan. Y no puedo olvidarlo. Tengo grabado en mi corazón y en mi mente muchos de los instantes vividos, de los momentos y de los lugares, de las músicas y las melodías, de las caras, de las ilusiones, de las inquietudes… que teníamos de aquella, ¿os acordáis?

Viendo el vídeo lo primero que llama la atención es volver a ver a Sátur con pelo y barba. Y a Elena embarazada de Abraham, hoy ya adolescente peligroso, je, je, je… Sátur llevaba la voz cantante. Sabía, y me consta que sigue sabiendo, organizar, mandar… y, a la vez, querer, acoger, educar… Dando normas y libertad a la vez, respetando quiénes éramos cada uno de nosotros. Cámara en mano fue inmortalizando lo que hoy pude volver a ver. Él nos enseñó mucho en aquel primer viaje y mucho nos enseñaría después. Ese Camino fue el comienzo de una amistad y un cariño que todavía pervive. Elena iba sufriendo con su barriga, dando una lección de pundonor. Elena escuchaba, se reía, se abajaba a nuestras conversaciones juveniles… Pese a ser nuestra profesora nunca mezclamos carne con pescado. Tal vez mucho de ese mérito sea suyo…

Me emocioné viéndonos tan poquita cosa, con nuestros sueños intactos y nuestras ganas de acabar el COU al año siguiente. Compartíamos cada noche en común como si fuera la última contándonos confidencias y riendo de las ocurrencias del momento. Estábamos llenos de vida. Sin achaques, sin cansancios, sin sufrimiento, sin golpes todavía. Preparados y deseosos de caminar, aceptando tanto el sol como la lluvia y dejándonos los pies por llegar. Tenéis que volver a ver el vídeo para sentir lo que os estoy diciendo… Comiendo en el prado, dando volteretas en carreteras de monte perdidas, durmiendo en iglesias antiguas, manchándonos de barro, empapándonos en fuentes y regatos…

No sé si a vosotros os pasará pero me ha dado mucho que pensar el verme con 16 años menos. Hay cosas que me reconozco y otras que descubro ya desvanecidas. Por lo de pronto ¡me vi tan delgado y con tanto pelo!  Igual os reís pero me vi guapo, je, je, je… Tenía un buen porte ehhh… Porte que ya no tengo. 16 años después me veo gordo, calvo y muy abandonado físicamente. Y no me ha gustado. No es que no lo supiera sino, más bien, que intento no ponérmelo delante tan claramente. A vosotros os veo igual de bien que ahora así que yo he sido quien más ha perdido. No me gusta. Algo debe cambiar y aunque el pelo no va a retornar a mi cabeza sí debo cuidarme más, adelgazar, etc. ¡Qué os voy a decir! Vi en mi la misma alegría que hoy, la misma risa perenne y el mismo humor fresco que sigo teniendo. Vi en mi a una persona con amigos, que se relaciona bien y que es capaz de estar con todos. Vi en mi a un chico con ganas de llamar la atención y de tener su ratito de protagonismo del sano. Vi en mi a un adolescente enamorado en plenitud de su pájara. Vi en mi a alguien con un puntito de locura que sí me gusta mantener. Pero me vi doblemente fresco y vital de lo que estoy hoy.  ¿Cómo os veis vosotros?

Ahí está MariLuz. Con su pantalón gris y su chubasquero rojo, con su sudadera rosa. Con su pelo rizado y su cara de niña. Con su suficiencia y su desparpajo. Con sus saltos y su liderazgo. Y Charlie, con su gracia y su encanto sobrio y su capacidad de estar siempre ahí. Y Barrigón con sus protestas. Y Marco con su personal estilo con olor a Galicia de par en par. Y Villa y su don de hacer reir. Y Luz, la pequeña luciérnaga del grupo. Vosotros también habéis cambiado en parte.

¡Y qué decir de la noche no Monte do Gozo! ¡Con la melodía de Perales en el vídeo! Difícil de sobrevivir para un sentimental y nostálgico como yo. Fue una noche mágica. Totalmente inolvidable. Una noche que ha configurado parte de lo que somos, parte de lo mejor que llevamos dentro, parte de mucho de lo que daremos a nuestros hijos. A la luz de la luna compostelana. Aprediendo a bailar. Con el traje milenario de peregrinos. Con la alegría del que sabe que ha llegado. Con la tristeza de quien no quiere que el sueño se acabe. Con la claridad blanca de la farolas iluminando toda la emoción que pusimos en juego. flecha_amarilla_en_el_camino_de_santiago_de_la_via_de_la_plata

Ese Camino que un día empezamos juntos sigue su curso y todos nosotros seguimos caminándolo. Ya no tenemos la frescura de aquellos días y la vida ha empezado a hacer mella en muchos de nosotros. Hemos ido descubriendo el dolor y el sufrimiento. Y también el amor verdadero. Seguimos al pie del cañón luchando por ser mejores y hacer de este mundo algo mejor de lo que un día nos encontramos. Y no vamos a defraudar a nadie. Ni a Dios. Ni a nosotros. ¿Sabéis? No hemos cambiado tanto. Seguimos siendo los mismos. Con los sueños intactos. Con el corazón más maduro y la mente más clara. Pero los mismos. Con las mismas ganas de comer en un prado verde y la misma necesidad los unos de los otros. Con las mismas ganas de seguir dando un paso más y de hablar y compartirnos en la marcha. Deseosos de seguir durmiendo juntos en la misma habitación para hablar de nosotros. Sintiéndonos especiales. Cuidándonos. Con necesidad de que alguien más mayor nos ayude y nos acompañe en la dureza del recorrido. Con la misma necesidad de llorar de rabia cuando las inclemencias nos superan y la misma alegría de sabernos fuertes.

No sé qué más decir. Podría estaros hablando toda la noche. Pese a mi felicidad hay una parte de mi que os echa de menos, una parte de mi que querría volver 16 años atrás y volver a vivir aquello. Cuando queráis hacemos una nueva versión. Con hijos. Sin pelo. Con canas. Con kilos. Sin alguno de los que allí estuvimos.

Siempre a vuestro lado.

Santi

Carta a IPSOS EcoConsulting

Estimados señores,

para mis lectores que no les conozcan les voy a presentar. Ipsos EcoConsulting es una empresa dedicada a la investigación de mercado y presente en muchos países del mundo. Bastante resumido pero bastante preciso, ¿verdad?

Hoy alrededor de la 13:00, estando yo trabajando en mi casa, recibí una llamada telefónica. El interlocutor que estaba al otro lado se presentó como encuestador de su empresa y me comunicó amablemente que estaban realizando un estudio acerca de la presencia e importancia de las marcas en la ropa infantil. Su siguiente pregunta me dejó atónito:

– «¿Hay alguna mujer en casa que pueda responder a mis preguntas?»

Mi respuesta fue extremadamente sobria ante tal desfachatez:

– «No. Estoy yo solo».

Se despidió disculpándose por haberme importunado y ambos apretamos el botón rojo del teléfono.La parálisis todavía me dura. La sorpresa perdura en cada arruga de mi piel. ¡¿Es posible que esto me haya pasado a mi?!

Desconozco si el entrevistador no se ajustó a los requisitos reales planteados pero el suponer que hizo correctamente su trabajo y que planteó la encuestación en los términos que a él le habían exigido… me deja KO. ¿Es posible que en un país como éste en pleno siglo XXI todavía pasen estas cosas? ¿Estaré yo equivocado y mi creer que las cosas han cambiado es sólo una ilusión, un espejismo, una quimera?

El motivo de esta misiva es, simplemente, para comunicarles que yo, como padre de mis dos hijos (niño y niña), estaba perfectamente capacitado para hablar de su ropa, de la marca de su ropa y del color de las gomas que mi hija se pone en el pelo si así me fuera requerido. ¿Una mujer? Mi esposa también les hubiera respondido amablemente y con total conocimiento pero desconozco cuál es el supuesto que les lleva a obviar la posibilidad de que un hombre, el papá, participe de esa faceta familiar. ¿Hubieran solicitado también la presencia de una mujer para encuestar sobre productos de limpieza, sobre la subida de la remolacha en los mercados de barrio, sobre la conciliación de la vida familiar y laboral…? Si es así posiblemente tenga que cambiar mi opinión de que hemos avanzado en igualdad.

Yo le compro ropa a mis hijos y medicamentos. Voy a reuniones del colegio y conozco a mamás y papás de sus compañeros. Les leo cuentos por la noche y les cocino también sus platos preferidos y aquellos que menos les gustan. Hago la compra y puedo determinar si un producto está caro o barato. Friego los platos y pongo el lavavajillas. Y conozco lo que uso. Hablo con mis hijos igual que mi mujer y los llevo al parque, al zoo, al teatro o adonde se precie. Conozco a qué huele la caca y sé qué crema debo ponerles cuandomachoiberico se les irrita el culito o los genitales.

Creo que ya es hora de empezar a cambiar realidades a base de creer que lo «normal» es otra cosa. Creo que ya es hora de ir suponiendo que los papás vivimos al 100% a nuestros hijos, a nuestra esposa, a nuestra casa. Hay que dejar de ser machistas. Es machista también quien cree que la mayoría lo sigue siendo. Señores de IPSOS, ¡reaccionen! ¡Instálense un parche de actualización! ¡Ya hay nuevas versiones de producto y ustedes siguen preguntando qué tal nos va el Windows95? Un esfuerzo señores… ¡con lo que cuesta cambiar esto! ¡No están ayudando!

Poco me queda por decir. Bueno sí… siéntense, siéntense, no vaya a ser que se desplomen… ¿Saben? Tampoco me fumo un pitillo después de copular (como a ustedes les gustará decir). A mi mejor que no me vuelvan a llamar. No soy su hombre.

Un saludo

Carta a Alba Cabello

Querida Alba.

Parece que los sueños se van cumpliendo. Una larga y bien pertrechada estela de esfuerzos, sacrificios, trabajo e ilusiones te va llevando de medalla en medalla, de ciudad en ciudad, de campeonato en campeonato, de cultura en cultura. Has pasado hace poco la veintena y ya puedes enseñar una medalla de plata olímpica; una medalla que simboliza muchas cosas, que significa muchas otras y que aglutina buena parte de lo que tú eres.

Te conocí casi recién llegado a Madrid. En el 2001 me enrolé como catequista de Caminando en el Calasancio de Madrid, tu cole. Allí, junto a Lu, Bea, Lara, Bárbara and company, entraste en mi vida… y nosotros en la tuya. No podías venir mucho al grupo porque tenías que entrenar. Lo recuerdo como si fuera hoy. Y también recuerdo que cuando venías lo aprovechabas al máximo y que te hubiera gustado haber podido estar más. Pero tenías clara tu prioridad: la natación sincronizada. Esther y yo nos entendimos contigo desde el principio. Hubo feeling. Y empezamos a querernos poco a poco. El 19 de octubre del 2002 formaste parte del día más importante para Esther y para mi como pareja, el día de nuestra boda. Quisimos que fueráis algunos miembros de nuestro grupo nuestros particulares «niños de arras». Mi madre y yo entramos seguidos por Iván y Nacho portando dos grandes velas. Esther y su padre entraron seguidas de ti y Coral, con los anillos y las arras. Fuiste una guapa, encantadora y especial «niña de arras». ¿Te acuerdas? Eres parte ya de nuestra memoria gráfica familiar, de nuestra historia. Y luego llegó el duro trance de la muerte de tu madre y tus dudas respecto a tirar para adelante con tu carrera o permanecer al lado de tu padre y tu hermana…

El Centro de Alto Rendimiento de Barcelona te abrió las puertas de par en par. ¡Qué valiente fuiste! Para nosotros un ejemplo de fuerza, determinación y capacidad para afrontar la vida con fortaleza. Te fuiste y prácticamente nos dejamos de ver. Desde esa no conseguimos vernos más que dos o tres veces pero la relación ha permanecido viva y emocionada, como siempre. Verte crecer, madurar, luchar, soñar y poder ha sido y sigue siendo algo muy bonito. ¡Qué genial es a veces poderse comunicar por SMS!

Te seguimos porque te queremos y porque nos tienes enganchados a la sincro. Hoy estábamos toda la familia viendo como nuestras particulares africanas con pelo de rastas mostraban lo mejor de sí mismas. «¡Ahí está Alba! ¡Ahí está Alba! ¡Mírala!»… Como tontitos… Hablamos de ti en el trabajo, con los amigos, en la comunidad… Creo que estamos orgullosos de conocerte y de quererte. Estamos orgullosos de conocer y querer a alguien que vale tanto la pena. Ni con una medalla al cuello pierdes ese discreto, sobrio y embriagador encanto que te hace distinta. Tú dignificas ese trozo de metal tan deseado. Recibir tu SMS desde Pekín contestando al nuestro ha sido hoy uno de los mejores regalos del día. Gracias. «¡Ha contestado Alba» grité emocionado e incrédulo…

No quiero entretenerte mucho más porque lo estarás celebrando como esta ocasión se merece. Sigue luchando. Sigue soñando. Sigue creciendo. Las medallas y los éxitos son importantes pero pasajeros. El deporte es lo que tiene. El poso es mucho más importante que el aplauso o el metal.

Un beso muy fuerte desde Carabanchel y directo a Pekín. ¡Te queremos!

Esther, Santi, Álvaro e Inés

Carta después de Mil años de oración

Hola,

esta tarde, solo, me he ido a ver la película «Mil años de oración», película de autor sencilla e intimista. Era una película sobre la vida, sobre los padres e hijos, sobre el contraste de culturas, sobre las maravillas y los dramas cotidianos, sobre la comunicación y las personas. Me gustó. Y creo que se ha guardado ya en mi memoria emocional el paseo en soledad de vuelta al hotel por las calles de Cáceres. El viento soplaba ligero y fresco y el sol se empezaba a esconder por el horizonte. Nadie existía a mi alrededor. Sólo yo y mis pensamientos. Sólo yo y mis emociones.

 

Mientras escribo esta carta tengo puesto de fondo la pieza más famosa de El Lago de los Cisnes. Me hace sentir de manera espontánea. Y acabo de pensar que, a partir de ahora, voy a hacerme un pequeño pack de viaje con la música que me gusta escuchar cuando estoy solo. Decidido.

La primera cosa que tengo en el corazón ahora mismo es que nos jugamos la vida en las cosas pequeñas. Ya sé que no es ningún descubrimiento y que han sido muchos los que lo han dicho. Pero yo me refiero a mis cosas pequeñas. No hablo en genérico. No  idealizo y generalizo. Decir esto es importante porque cuando yo hablo de que me juego la vida en las cosas menudas veo las caras de mi mujer, de mis hijos. Cuando lo pienso siento su piel y oigo sus risas y sus llantos. Cuando lo siento sueño con sus sueños. Y me gustaría abrazarlos y decirles cuánto les quiero y desvelarles los secretos que yo voy descubriendo… Yo sé cuáles son mis cosas pequeñas. Por eso lo que digo tiene más valor que lo que ha dicho nadie en el mundo…

Otra de las cosas que he venido pensando es en lo mucho que hablo y en lo hermoso que es el silencio; en el exceso de intensidad que pongo y en lo necesario de la quietud y la paz. No acabo de acertar. ¡Qué lucha se produce en mi! Estoy tremendamente encogido. Achicado por la fuerza del silencio, por la potencia de una mirada, de un gesto, de una caricia. No me acaba de gustar cómo hago y transmito determinadas cosas. Tengo demasiado de occidental todavía y me gustaría echar más oriental a la balanza… Y se me humedecen los ojos porque realmente no sé cómo hacerlo porque al final siempre pasa algo, siempre llega una ola que barre todas estas pretensiones… ¿Cómo calmar ese agua? Poco a poco. Paso a paso.

Cada día que pasa descubro un poquito más de mi yo intimista y reservado, del yo que degusta la soledad y la reflexión sosegada. Y me gusto. Me gusto cuando enciendo velas en mi casa y disfruto con la luz tenue que tanto me molestaba antes. Me gusto cuando un torrente de sentimientos me inunda y me deborda al leer o escuchar arte. Me gusto cuando disfruto los días sin plan y, al acostarme, reconozco la felicidad entre los dedos que han jugado con los niños o que se han entrelazado con las manos de mi mujer. Me gusto así. Pero la guerra sigue instaurada en mis territorios y a veces me pueden las ganas de impactar, de aconsejar, de dominar, de controlar, de planificar, de imponer, de argumentar, de discutir… Madre mía… el ser humano… qué complejos resortes mueve…

No era el único «solo» de la sala. Una chica de mi edad también estaba sola. Me sorprendió. Y, sin duda, había más gente de lo que esperaba. Fui el último en levantarme, eso sí. Yo aguanto hasta el final y más en películas como ésta. ¿Cómo alguien puede verla y levantarse a prisa? ¿Es que no se ha enterado de nada? Doy gracias porque haya cosas que me sigan traspasando. No puedo seguir viviendo como si nada.

Joder, con perdón. ¿Y el Tchaikovsky éste cómo pudo escribir esta música tan maravillosa? Es que la música me pone los pelos de punta pero más me los pone el pensar que alguien de carne y hueso pudiera tener eso en su cabeza y convertirlo en música. Me siento tremendamente mediocre cuando pienso sobre ello. Y tremendamente afortunado por poder degustarlo y por ser recorrido por un escalofrío divino al hacerlo. El Lago de los Cisnes es Dios. Sin duda alguna. No puede salir de otro sitio. Y seguimos empeñados en hablar y hablar, en dar catequesis, homilías y en escribir teología. Todo eso está muy bien pero ¿por qué no nos sentamos y aprendemos a sentir la caricia de Dios escuchando estas maravillas? Es otra de las preguntas que me surgen en este rato de incontenible revolcón conmigo mismo.

No sé si enviaré esta carta. No tengo ni idea a quién va dirigida pero necesitaba escribirla. Está inacabada. Y siempre lo estará. Otras cartas serán escritas mientras existan películas como las de hoy y cisnes como los de Tchaikovsky.

Un abrazo

Carta… pese a la huelga

Como no sabía si dirigir esta misiva a los huelguistas o a los gobernantes, prefiero no hacerlo a ninguno de los colectivos en particular sino a todos aquellos que hemos asistido como espectadores a unos días realmente tensos  y tremendamente desagradables para cualquiera que se sienta parte de una sociedad.

No creo que sea fácil forjar una opinión justa sobre este asunto. Te pido que tú tampoco lo hagas. Opiniones fáciles ya hay muchas. Aquellos que forman parte del enconado grupo de españoles «anti-Zapatero» ya vierten fácilmente sus críticas al gobierno y se encargan de convertir la profecía del Apocalipsis en la realidad social más evidente. Los que están inscritos en el club pro-gubernamental están demasiado ocupados buscando sinónimos de «crisis», «trasvase» y entrenándose para cualquier día aparecer en el Pasapalabra y poner en verde la rosca millonaria. Luego hay una mayoría de ciudadanos a los que lo único que les preocupa es lo tarde que llegan a trabajar, los atascos, el desabastecimiento de los súper… en definitiva, las consecuencias que la huelga les depara a ellos y sólo a ellos. Pero un ejercicio de empatía no vendría mal en estos momentos para, si hace falta, mantenerse en silencio intentando ponerse en la piel de los actores principales de este asunto.

No me gustaría estar en la piel del Presidente del Gobierno, ni de algún ministro, ni del Secretario de Estado, ni de la funcionaria que se sienta a negociar en la mesa, ni del delegado del gobierno, ni del comisario de seguridad ciudadana, ni del jefe de los antidisturbios, ni del policía que, porra en mano, debe intervenir. Opinión fácil: para eso cobran. Yo ni cobrando eso quiero ponerme en su lugar. Por un lado, pocas cosas puedes hacer a corto plazo para resolver la situación. Por otra parte tienes que intentar paliar el problema cuadrando números y medidas. Y además mantener la legalidad y el orden público ante una situación tremendamente compleja.

Menos me gustaría estar en la piel de quién se ve abocado a una huelga de estas características porque ya no ve otra salida. No me gustaría descubrir que gano lo mismo trabajando que parado. No me gustaría tener que montar este follón para que alguien me escuche. No me gustaría sentir el peso de las miradas de todos, injustas en su mayoría. No me gustaría tener que tomar medidas desesperadas porque peligra la comida de mis hijos.

Todo nos estamos viendo afectados, sí. Y está siendo incómodo para todos. Pero qué fácil es hablar desde la comodidad del sillón de espectador. Qué fácil y qué injusto.

Todos cumplen con su papel. Los gobernantes y las fuerzas de seguridad están haciendo lo que, posiblemente, deben hacer. Hay cosas en esta huelga que están fuera de la legalidad. Y el gobierno, en un estado de derecho, debe mantener la legalidad. Y los trabajadores en huelga apretando las tuercas porque ya no pueden más. Y aquí quiero diferenciar entre «legal» y «lícito». Estoy convencido de que hay acciones que son ilegales que, encuadradas en una situación concreta, son totalmente legítimas. Cualquiera puede buscar en el diccionario de la RAE la diferencia…

Nos vienen tiempos difíciles. No será la última de éstas en la que nos veamos. Por eso todos debemos luchar cada día por construir un mundo más justo, diferente. No es posible a corto plazo pero los que tenemos hijos estamos dispuestos a rompernos los cuernos por un futuro con más verdad, con menos pobres, con menos ricos, con más justicia, con menos consumismo, con más árboles y con más osos, con menos aparatos, con más sonrisas, con menos armamento, con menos fronteras, con más tiempo libre, con más imaginación, con menos intereses y más niños.

Un saludo