Carta a un joven americano
Querido amigo,
los recientes acontecimientos trágicos en la Universidad de Virginia me han pillado en tu tierra, concretamente en Waukesha, WI. Hoy las banderas del GE Healthcare Educational Center ondean a media asta y, al verlas, he compartido el dolor que todo ciudadano americano debe estar sintiendo en estos momentos.
Una vez más, la barbarie pega con fuerza en una escuela o universidad. No es la primera y, seamos realistas, posiblemente no sea la última. No sé cómo te debes sentir en estos momentos. Supongo que tremendamente triste y profundamente preocupado y temoroso… esa sensación de «podía haber pasado en mi escuela», «podía haberme pillado a mi» es conocida para mi tras los atentados en Madrid del 11-M de hace ya más de tres años. Es miedo, en ningún caso alegría de haberte librado. Es miedo. Y con miedo es difícil vivir. Casi imposible.
En mi país, como en otros muchos, siempre existe el comentario fácil y generalizado de que estas cosas sólo os pasan a vosotros porque sois una sociedad enferma, con armas legalizadas, que van por el mundo de manera prepotente haciendo de la violencia y de la guerra la manera normal de arreglar los problemas. Yo no me voy a unir a esos comentarios, ¿sabes? No es mucho mi conocimiento de vuestro pueblo pero mis 5 visitas a tu país y la relación que tengo con mucha gente a través del trabajo me ayuda a comprobar que, como cualquier otra sociedad tenéis una parte enferma y otra maravillosa y digna de admiración.
Mi carta de hoy no pretende ser un llamamiento a la revisión de vuestras tradiciones, costumbres o maneras de entender la realidad. Mi carta de hoy es un acercamiento a ti, un abrazo en forma de misiva, un gesto de estar juntos en un dolor incomprensible desde la distancia. Sí te animo a que mires la realidad con pleno optimismo, a que sigas pensando que vale la pena luchar por tus sueños, que permanezcas convencido de que un mundo mejor es posible, de que tú eres clave para el futuro y de que puedes aportar mucho para cambiar todo aquello que entiendes que es un camino equivocado.
No tengo mucho más que decirte. Busca a los que te quieren. Sana tu herida y sigue caminando. No como si nada hubiera pasado pero sí con ganas de seguir siendo feliz.
Un abrazo