Celebremos y gocemos (Is 25, 6-10a)
Festín de manjares, festín de vinos, manjares enjundiosos, vinos generosos, lágrimas enjugadas, muertes arrancadas… ¡Celebremos y gocemos! ¡Esta es nuestra fe! ¡Este es nuestro Dios!
Qué lectura tan antagónica de esos discursos de cristiano triste, soso, sacrificado y mortificado que a veces tiene uno que escuchar. ¡Qué contraste tan bestial con ese espíritu agobiante lleno de prohibiciones, cargas, pesos…! ¡Qué palabras tan terrenales y poco espirituales usa el profeta para referirse a ese momento en que uno se sabe amado por el Padre y siente que Dios vive en él, nace en él!
La lectura, sin duda, me trae a la mente y al corazón las reuniones de comunidad donde tras la oración de vida compartida viene la cena; donde la comunidad goza con un buen queso, con un buen postre, con unas buenas hamburguesitas con ketchup… donde se celebra con gozo espiritual y carnal. Eso también es de Dios.
Un abrazo fraterno
Se me hace la boca agua. Y me recuerda que debo asistir a una de vuestras reuniones, para compartir con vosotros, claro está.
Es totalmente cierto: un verdadero anuncio, y no un código de normas; algo atractivo y llamativo, que sugiera nuevos deseos o recate deseos ocultos entre necesidades creadas. La Palabra es maestra: festín, banquete, reunión, intimidad, generosidad, riesgo, congregados, unidos, visitados, acogidos… Hay cosas hermosas que traslucen este anuncio, entre ellas, la Palabra de Hoy.