Comían y bebían, compraban y vendían (Lucas 17, 26-37)
Leo los titulares y sigo las noticias y es pasmoso lo de la crisis. No pasa otra cosa en el mundo. Si por los periódicos fuera, o por los políticos, o por el sistema… mi único y mayor problema hoy sería que la Comisión europea nos pide más recortes… Y acepto que tiene importancia, tal vez mucha. Pero… ¿qué hemos hecho? ¿Qué monstruo hemos creado que ahora nos devora? Leo el Evangelio y veo que algo de esto nos ha sucedido. Comíamos y bebíamos y comprábamos y vendíamos, sin control, alegremente, pasando por el mundo sin más preocupación que nuestro estado del bienestar. Sin importarnos los valores, el prójimo, los pueblos empobrecidos… Y nos hemos acostumbrado a ser mercaderes de todo. Ponemos precio a nuestro tiempo, al estar con nuestras familias. Ponemos precio al éxito y vendemos humo a las generaciones que nos sucederán. Y no les hablamos de Dios. Y no les hablamos del resto de la humanidad, del compromiso con el que no tiene, de que es más ser que tener, etc, etc, etc… Así nos va. Aunque sea en sentido figurado, estamos pasando el diluvio porque nos están cayendo a chuzos. El que quiera que se meta en el arca. Que Dios nos guíe y que juntos sepamos reconstruir el mundo cuando se calmen las aguas…
Un abrazo fraterno
Y yo pensaba hace unos días ¿cómo puede ser que hoy en día la gente siga muriendo de hambre? ¿Cómo puede ser que a unas horas de ti la gente se muera por no tener lo básico? Cuando era pequeña y me hablaban de la misiones, del Domund, me parecía todo tan lejano, como que no se podía hacer nada, salvo nuestros pocos esfuerzos… Hoy siento vergüenza, es brutal.
Me parece estupenda y muy clara esta reflexión. He enlazado esta imagen porque la he escogido para mi reflexión de mañana. Es el mismo Evangelio.
¡Y poco cambia el mundo! Es entonces cuando me acuerdo de lo ciego que anda el mundo y que se pone en manos de otros ciegos, los hombres, para ser guiados por ellos.
Pidamos la fuerza y la luz al Espíritu para entrar y ayudar a entrar a todos los que podamos a la Barca, porque el diluvio empezará sin avisar.
Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.