Déjame que te cuente… (Sal 49)
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?»
Déjame que te cuente… He recibido el salmo de hoy como una auténtica bofetada. Porque de repente han venido a mi cabeza todas las situaciones en las que en nada me parezco a Jesús. He sido consciente, de golpe, de lo mucho que digo y predico y la cantidad de ocasiones en las que hago exactamente lo contrario.
Eso sí, todo lo visto de bondad. El fondo de mi corazón no es limpio y cristalino. Mi amor es demasiado imperfecto. Mi fe tambaleante. Mi voluntad, hacer tu voluntad, flaquea en demasiados momentos. ¿Qué hago yo siendo testigo tuyo, Señor?
Sólo me queda como consuelo tu misericordia. Tú me conoces. Y me amas, pese a todo. Y en ese amor debo apoyarme cada día para ser mejor.
Un abrazo fraterno – @scasanovam
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