El aceite de la espera (Mt 25,1-13)
Los tiempos de Dios no son los míos. Y aún atisbando el plan de Dios para mí y teniendo claro que estoy en sus manos, todos vamos a atravesar momentos y épocas de espera, de incertidumbre, de silencio, de no saber muy bien hacia dónde, de pensar que Dios calla…
La parábola de las doce doncellas es preciosa. Nos habla de la esperanza, de la espera y de la necesidad de contar con «aceite» para que las lámparas no se apaguen. Porque se nos hará difícil y duro. Porque vendrá el aire o la lluvia y mojará la llama. Porque tendré la tentación de apagar del todo la lámpara y renunciar… Porque empezaré a preguntarme si vale la pena la espera, si el Señor vendrá, si todo es una farsa y fruto de imaginación…
Yo he tenido que buscar mi aceite personal. Y en mi vida ha sido la vida comunitaria. Rodearme de hermanos en la fe con los que rezar, compartir vida y escuchar a Dios a través de ellos y ellas. La comunidad que te sostiene en la oscuridad y no te deja. Y no abandonar la misión. Permanecer junto a los jóvenes, con mayor o menor claridad, seguir participando en los sacramentos, con mayor o menor intensidad. No ceder a la sequedad del amor y esperar tiempos mejores. Y el Señor llega, claro que llega. Y te colma de bendiciones. Y se hace la luz. Y ya no necesitas la lámpara.
Un abrazo fraterno – @scasanovam
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