El firmamento pregona la obra de sus manos (Sal 18)
Este pasado fin de semana lo pasé en Torremenga, Cáceres; en una casita rural encantadora. Y tuve el placer inmenso de admirar algo que se nos ha robado: el cielo y las estrellas. No es nada fácil poder disfrutar de la oscuridad suficiente para observar cada punto de luz, cada figura celeste, cada beso luminoso del Padre. Ver un cielo estrellado es encontrarse cara a cara con Dios, tan detallista Él, tan en las pequeñas cosas.
Y si además todo esto se hace junto a quien más quieres, mejor.
Un abrazo fraterno
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