En este desierto se consumirán… (Nm 13, 1-2.25-14, 1.26-30.34-35)
A veces se presenta ante nosotros una tierra buena. Se nos enseñan los frutos. Los vemos y… la rechazamos. Se nos hace todo una montaña. Vemos los esfuerzos a realizar. Descubrimos que, pese a ser promesa de Dios, no está exenta de dificultades. Y eso ya no nos sirve. Queremos que Dios nos dé las cosas hechas. Y eso, nuestro Padre que nos ama, nunca lo va a hacer. Porque nos ama. Y preferimos el desierto. Preferimos morir en él que luchar por la vida que hay al otro lado de las montañas… Y Dios, en esa situación, nada puede hacer…
Un abrazo fraterno
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