Estrenad un corazón nuevo (Ezequiel 18, 1-10. 13b. 30-32)
Estos días, después de Sta. María, le estuve dando vueltas al tema del sacramento de la reconciliación.
Desde que pude, al prepararme para la Primera Comunión, es un sacramento que yo frecuenté con asiduidad. Cada 15 días, más o menos, me plantaba delante de D. Nicolás y allí le contaba todo aquello que me apartaba de la gracia de Dios. Siempre salí nuevo de la confesión, alegre, esperanzado. Siempre encontré en D. Nicolás un magnífico confesor: con capacidad de escucha, ternura, exigencia y mucho amor.
Venirme para Madrid fue el fin de esta vivencia. En ninguna de las iglesias cercanas a mi casa hay un cura confesando durante la Eucaristía. Y lo fui dejando… Tal vez es el momento de volver a tomármelo en serio, igual que he vuelto al Rosario y a otros aspectos de mi vivencia eclesial de siempre.
Hoy, desde luego, leo la lectura de Ezequiel y recibo sus palabras como dirigidas a mi: «Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo; y así no moriréis«.
Un abrazo fraterno
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