Eternamente estable (Salmo 18)
La voluntad del Señor no cambia como el viento. No dice un día ésto y otro día aquello. No está sometida a las circunstancias ligeras del día a día celestial. No depende de cómo se levanta ese día o de si hemos hecho algo mal o bien. Dios quiere para cada uno su felicidad y quiere para el mundo, el Reino.
¿Y en lo concreto? Pues más o menos lo mismo. Cuando somos capaces de, desde la oración y nuestra alma, encontrarnos con Él e identificar que ciertas cosas, personas, caminos… son de Dios para uno… pues eso no suele cambiar. Otra cosa es que las personas, como libres que somos, decidamos escoger otra cosa, otra persona, otro camino… o intervengamos en los caminos de otros, aunque sea de mala manera. Ahí Dios, por mucha voluntad que tenga, no suele entrometerse; sabe que nuestra libertad es uno de sus más valiosos regalos…
Un abrazo fraterno
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