Evangelio para jóvenes – Domingo 16º del Tiempo Ordinario Ciclo A
Estoy viendo con mi mujer y mi hijo mayor la segunda temporada de la serie The Chosen. Nos encanta. Personalmente me gusta mucho y creo que hay conversaciones, escenas, actitudes de los apóstoles y del mismo Jesús, que valen la pena ser comentadas, dialogadas, discernidas. Llevamos dos o tres capítulos donde el mismo Jesús y su grupo de seguidores están tomando conciencia de que los problemas empiezan a multiplicarse. Esto de «seguir al Maestro», el cumplimiento de la profecía de la llegada de un Mesías liberador, no cuadra con las expectativas de muchos. ¿A qué a ti también te pasa? Escuchemos el Evangelio de hoy [Mt 13,24-43]:
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.»»
Les propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.»
En una preciosa conversación al calor de una hoguera, María les cuenta por primera vez su experiencia del parto de Jesús. Su impacto mayor fue descubrir que había que limpiarle porque estaba sucio, que había que taparle y abrazarle porque tenía frío, que había que alimentarle porque tenía hambre. El Mesías había llegado, el Hijo de Dios, pero era un bebé pequeño, frágil y necesitado. Y así sigue siendo su Evangelio, su Buena Noticia, el Reino que ha venido a instaurar, la plenitud en la vida de aquellos que decidimos seguirle. Te dejo tres pistas para hoy:
- «Pequeñez y fragilidad» – Tu fe es pequeña y es frágil. Tú mismo, tú misma, eres pequeño y frágil. Cometes errores, tienes deseos que no cumples, te propones objetivos que no alcanzas, te gustaría ser más influyente en tu entorno, ser más feliz con lo que te ha tocado… y, sin embargo, caminas y caminas, lo intentas, y siempre te queda la sensación de no conseguirlo. Dios también es pequeño en ti, aunque seas creyente y lo busques. Te gustaría, como a aquellos primeros seguidores, que Dios llegara y ¡boom! tu vida diera un giro de 180º. Pero no es así. A veces lo pierdes de vista, a veces piensas que no está, a veces piensas que no puede… o te preguntas por qué no quiere… muchas veces no entiendes nada y la cizaña, el mal, se frota las manos…
- «Fermento y fruto» – Pese a todo lo anterior, Dios actúa en tu vida. Ese soplo de Dios que llevas en el corazón está llamado a ser un huracán que cambie tu existencia y que inunde de amor el trocito de mundo al que tienes acceso. Paciencia. Serenidad. Optimismo. Cierto que hay cizaña en tu vida. Cierto que no llegas siempre a ser quién te gustaría. Pero no menos cierto es que el «trigo» va creciendo, que la «mostaza» va brotando y que la levadura va haciendo efecto. ¡Así que llénate de confianza y esperanza! Este proceso dura TODA la vida. No va de cuando eres niño o joven. No va de ver la meta cuando eres adulto o anciana. Dura hasta el final. Así que mucho ánimo.
- «El realismo de la cizaña» – Aunque no conviene hacerla la protagonista de tu historia (así lo dice Jesús), no es tampoco de recibo pensar que este mundo, que tu vida, va viento en popa. Ni todo es happy ni todo es rosa. Tu vida es imperfecta. El mundo es imperfecto. Tú también lo eres. La realidad del mal, del dolor, de la violencia, de la pereza, de la idolatría de la imagen, o del cuerpo o de la fama o del dinero, del sexo que destruye, del consumismo feroz… del pecado… está ahí, la puedes tocar con la punta de los dedos. A veces, le haces sitio en tu corazón y la justificas. Es así. Pero no le des demasiado espacio. No te olvides de cuidar la semilla buena. Alerta y prudencia.
Jesús no es alguien que no te conozca. Te conoce, mucho, desde antes de que tú le conocieras a Él. Te conocer mejor que tú. Sabe lo que hay en tu corazón. Pero le da igual lo que hay hoy. Sabe que hay lucha, de trigo y de cizaña. Sabes que hay tensión en entre lo que hoy eres y lo que estás llamado, llamada, a ser. Sabes que todo requiere tiempo. Síguele. Dale tu corazón sin miedo. No te avergüences de lo que puedes ofrecer. Síguele. Y todo dará su fruto.
Un abrazo fraterno
Santi Casanova
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