Fardos pesados e insoportables (Mateo 23,1-12) – Martes II de Cuaresma
El Evangelio de este martes de Cuaresma es realmente duro y exigente. Duro, sobre todo, con aquellos que guiaban y pastoreaban al Pueblo de Dios. Fundamentalmente porque «no hacían lo que decían».
Miro a nuestra querida Iglesia, a mi madre Iglesia, a la Iglesia a la que quiero y pertenezco y veo, más de 2000 años después, que sigue siendo una «bofetada» del Maestro de lo más actual. Descubro cómo, muchas veces, juzgamos a las personas y les cargamos de normas, deberes y mandamientos que, a la postre, no son seguidos por muchos de los que los exigen. Casos como los de los sacerdotes y religiosos pederastas, curas casados o homosexuales o como Maciel, fundador de los Legionarios, son ejemplos de cómo aquellos acostumbrados a cargar «con pesados fardos» a las personas son los primeros en actuar de otra manera. También aquellos que siendo catequistas, educadores o, finalmente, simplemente católicos… somos capaces de llevar nuestras vidas por derroteros alejados de aquello que predicamos.
Creo que esta Cuaresma debe servirnos a todos como purificación en este aspecto. Releyendo el Evangelio, creo que Jesús nos invita a ponerlo como centro, a mirarlo a Él y a no pretender ser más que Él: a no hacer lo que Él no hizo, a no condenar a aquellos a los que Él no condenó… Nos invita a no seguir colando mosquitos y tragándonos camellos. Nos invita a ser los primeros en reconocer nuestras faltas y a ayudar a los demás a vivir sencillamente, libremente, desde el amor de Jesús… Desde luego nos exhorta a quitar de las espaldas de las personas esos fardos pesados e insoportables…
Un abrazo fraterno
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