Fátima
Allá por los comienzos de 2007, Esther y yo supimos que el ser que crecía dentro de Esther era una niña. La ilusión fue inmensa. Siempre quise ser padre al menos de una niña. Y se cumplía el sueño, el deseo. Recuerdo dónde fue, cómo fue y la alegría que sentí entonces, reflejada en la carta que le escribí semanas más tarde.
Y llegó el día de escoger el nombre y aunque finalmente se llamó Inés, en la terna de finalistas estaba el nombre de Fátima. Me gustaba porque había aprendido a saborearlo dentro de mi y me parecía un nombre hermoso de origen árabe cuyo significado es «única». Así se llamaba la hija de Mahoma y así se llama también el lugar de las apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos portugueses.
Además es 13 de mayo y eso inevitablemente trae a mi memoria mi infancia y las flores que mi madre me compraba para llenar a la Virgen con ellas en la capilla del cole. Mayo es el mes de la Virgen y el 13 es el día grande. Eran gestos vividos desde los ojos de un niño y que ayudaban a aquel niño a amar a María, a Jesús, a ir sintiendo que pertenecía a una gran comunidad llamada Iglesia, a vivir con la certeza de que hay presencias que no vemos y que detrás de los signos y los detalles se esconde algo mucho más importante.
Ya lo decía la canción… «El 13 de mayo, la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iria»…
Un abrazo fraterno
Hermoso nombre, hermoso lugar, hermoso mensaje. Y toda Ella hermosa. Aprendí a rezar y a cantar delante de una imagen de la Virgen de Fátima, es la que está puesta en mi parroquia… Me gusta celebrar el 13 de mayo en el corazón.