Ilumine su rostro sobre nosotros (Salmo 66)
Las concentraciones populares pueblan el mapa de España. Y, sinceramente, me alegro. Reconozco que no todo es color de rosa y que, como siempre, habrá manipulación y apropiamiento del espíritu de muchos. Reconozco que habrá quienes estropeen la fiesta en algún momento u otro. Reconozco que habrá quien aproveche la coyuntura para agitar a las fieras y a los descerebrados. Reconozco que desconozco el origen real y el fin último de los «animadores». Pero…
Descubro personas normales y sensatas que se han unido a las concentraciones con el firme propósito de reclamar una sociedad más digna y justa. Descubro que la sociedad no está muerta y que sí hay maneas de movilizarla. Descubro que todo tiene un límite y que hacemos bien como ciudadanos en exigir que no se traspase. Descubro que el sistema actual tiene que morir y que hay que empezar de alguna manera. Descubro que hay sed y eso es bueno.
Prudencia, sí. Que el Señor nos ilumine e ilumine a todos los que a estas horas acampan en la mayoría de ciudades españolas aunque no crean en Él o desconozcan su existencia. Que el Señor guíe nuestros caminos. Esa es mi oración.
Mucho de lo que somos hoy se consiguió a base de sacrificios personales, sociedades indignadas y revoluciones más o menos silenciosas o ruidosas. Se necesitan en estos momentos líderes audaces, justos, valientes y buenos. Que el señor nos ayude.
Un abrazo fraterno
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