La catástrofe de los pecaditos (Mateo 23, 23-26)
Un mosquito es bastante pequeño. Un camello es bastante grande. Un gato también es un animal pequeño pero el mosquito es todavía más pequeño. Una vaca es un animal grande pero el camello es todavía más grande. Ambos, mosquito y camello, son realidad, es verdad. Ambos existen. Ambos tienen su entidad pero la diferencia es tan abismal que el ejemplo que pone Jesús tuvo que ser realmente hiriente.
Colar un mosquito y tragarse un camello, para aquellos encargados de guiar a las personas en la fe, de transmitirles lo que está bien y mal… es catastrófico. Ese es el ejemplo que pone que Jesús. Un ejemplo que deje a las claras lo CATASTRÓFICO que resulta esa vara medir.
Cuidado. Cuidado con eso. Cuidado con mirar con microscopio las manchitas del cristal y luego tragarnos la viga. Cuidado cuando lo hacemos con los demás y también cuando lo hacemos con nosotros mismos. Cuidado cuando nos acercamos al confesionario y soltamos las «chiquilladas» y no cambiamos un ápice de nuestra vida en aquellos ámbitos en los que realmente estamos alejados de Cristo. Cuidado con fustigarnos por los «pecaditos» y seguir viviendo de espaldas a las Bienaventuranzas, a la cruz, al Camino, la Verdad y la Vida.
No voy a ser yo el que diga qué es un pecadito y qué nos separa de Cristo pero mucho… La Iglesia, en su doctrina, ya especifica y enseña sobre ello pero aún así, ¡cuidado! Sinceramente, y de manera muy humilde, creo que hoy seguimos colando muchos «pecaditos» calificados como mortales y seguimos tragando con realidades que, sencillamente, no son cristianas.
Un abrazo fraterno
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