La paz os dejo (Juan 4,27-31)
Uno de los frutos del encuentro con el Resucitado es la paz. Cuando uno se ha visto cara a cara con un Jesús capaz de dar vida, donde sólo había muerte; siente paz. Seguro que alguna vez hemos tenido brevemente o intensamente esa experiencia.
Para mi la paz siempre ha sido un parámetro ideal para calibrar si mi intuición me engañaba a la hora de tomar decisiones importantes sin llegar a tener seguridades absolutas o certezas definitivas. Si estaba en paz, optaba por ese camino. A veces era una paz producida imaginándome el resultado de una decisión o la vida después de ella.
La paz de Jesús, además, necesita de un corazón firme y valiente. Así nos lo dice Él. Porque la paz está bien pero luego… hay que seguir amando.
Un abrazo fraterno
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