La rosa y el miedo
La rosa a veces tiene miedo. Ella me lo dice cuando ya no es capaz de soportarlo y su cuerpo se contrae y se enfría. Es entonces cuando me busca, cuando sus ojos temerosos anhelan reposo en los míos.
Yo la abrazo y la acerco a mi pecho, sin decirle nada. El miedo no se pasa con palabras, sólo el amor es capaz de alejarlo. Sólo el calor. Sólo la luz. Sólo el corazón palpitante. Sólo la confianza, que da saber que otro, en algún lugar, cercano o distante, te quiere y camina contigo.
Yo también tengo miedo muchas veces. Miedo de que algo malo me suceda. Miedo de que algo le suceda a mi rosa. Miedo de sufrir. Miedo de que sufra. Hay veces que me vence y otras, en las que ofrezco resistencia. Aún así, en el fragor de la batalla, susurro mi oración al cielo y me cargo con todo el amor infinito de mis antepasados, de los que me precedieron en la fe, en el amor, de los que me trajeron aquí, de la Belleza Suprema. Y es entonces cuando mi espada vuelve a levantarse firme y sin temor y el horizonte torna revestido de esperanza.
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[…] escribí el microrrelato de La rosa y el miedo por numerosas razones. Hoy me encuentro este Evangelio y, nada menos, mientras suena el Allegretto […]
[…] mi buen amigo y hermano @scasanovam que hoy me dedicó su post “la rosa y el miedo“. seguimos… Share this:TwitterFacebookMe gusta:Me gustaSe el primero en decir que te […]
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