La tristeza os ha llenado el corazón (Jn 16, 5-11)
Jesús conoce bien nuestros sentimientos. Jesús sabe que ésto de vivir y seguirle no es nada fácil y que, como débiles que somos, a veces no entendemos o, simplemente, desfallecemos en nuestra permanencia y perseverancia.
Ayer tuve ocasión de estar junto a mi mujer en una sala de monitorización fetal del hospital donde seguramente vendrá al mundo nuestra pequeña Inés. Había síntomas de parto y acudimos por si acaso. Al final falsa alarma. Pero volví con un tremendo sentimiento de tristeza. Estando con ella, entró una chica en la sala de al lado. Le explicaba a la doctora que estaba embarazada de pocas semanas, alrededor de 2-3 meses, y que había empezado a sangrar un poco por la vagina. Oíamos como la tumbaban para hacer el diagnóstico y oímos también su lloro desconsolado al recibir la noticia de que había perdido al niño que llevaba dentro. Reclamó la presencia de su marido y lloró amargamente. La tristeza había llenado su corazón.
No sé si esa mujer era creyente o no. Pero independientemente de eso, el Espíritu la acompaña en silencio, acogiendo, respetando y compartiendo esa tristeza inmensa. Ojalá esta chica sea capaz de sanar su herida.
Un abrazo fraterno
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