Le dio lástima (Lc 7, 11-17)
Leer hoy la primera lectura de S. Pablo me produce cierto desasosiego. La descripción que hace de cómo ha de ser un obispo, un diácono y una mujer seguidora de Jesús es, sencillamente, terrible. Cualquiera que no supiera de qué va la historia podría confundirla con la descripción que debe cumplir un candidato a la Casa Blanca delante de la sociedad americana o qué se yo. Ni una palabra de amor, de humildad, de valentía, de justicia, de sabiduría, de compasión, de misericordia… ¿Qué tiene que ver este obispo descrito por Pablo con el Jesús compasivo del Evangelio que acude a una viuda, le seca las lágrimas y le devuelve a la vida? Yo no le encuentro relación. Y me duele. Me lastima.
La lectura de Pablo habla de obispos que gobiernan la Iglesia cual presidentes de gobierno o República. Y eso se ha quedado enquistado en la historia. Me gustaría que aquellos que suceden a los apóstoles fueran otra cosa: menos irreprochables y más verdaderos, menos sensatos y más valientes, menos políticos y más profetas. Y muchas cosas más…
¿Qué diría Jesús de todo esto?
Un abrazo fraterno
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