Miedo a Jesús (Mateo 8, 28-34)

Cualquier pasaje de endemoniados está lleno de misterio. Lo que queda claro en éste desde el principio es que el mal aisla a la persona: «nadie se atrevía a transistar por aquel camino». Allí por donde pasa el mal, nadie se atreve a transitar. El efecto del mal da miedo y genera miedo a su alrededor y ésto hace que la persona afectada esté cada vez más sola.

Jesús no le tiene miedo al mal y éste se ve interpelado por la figura del Maestro. El mal no puede quedar indiferente ante Jesús. Se revuelve. Y se va. La figura del Maestro es demasiado potente.

Visto desde fuera, esta batalla entre Jesús y el mal da miedo. El misterio. El poder del Padre. La gente le pide a Jesús que se vaya. No quiere problemas. No son conscientes que, con Jesús, nada tienen que temer. Se habían acostumbrado a la presencia del mal y el poder de Dios los ha removido…

Un abrazo fraterno

1 comentario
  1. Paula
    Paula Dice:

    Pero es totalmente diferente el mal que se busca, que se acepta, que se quiere. El que se hace cómplice del mal por voluntar propia y libre albedrío no se puede comparar al inocente afligido por el mal dentro de la batalla diaria entre el Bien y el Mal en este mundo. Al inocente que no escoge el mal y lo sufre (independientemente de que todos estemos marcados por el pecado original)

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