MR 2
Joana me gustaba un montón. Siempre me han gustado esas niñas pijas con aire hippie y estética un tanto desaliñada, con faldas de flores, pañuelo en la cabeza, rostro limpio y muchas ganas de exprimir a fondo lo poco que se nos daba cada día.
No podía dejar de mirarla. Se movía alegremente al ritmo de «Mrs. Robinson» en aquel garito playero bajo la luz de la luna y a la sombra del mundo. Nuestras miradas nunca llegaron a cruzarse pero yo no quería que el planeta siguiera moviéndose. Yo tampoco lo haría. La felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad y yo no tenía ni la más mínima intención de irme de allí.
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