MR 25
Me tumbé desnudo en la cama con el cuerpo dolorido y el alma llena de mariposas. Había tirado mi ropa en la silla. Olía a tabaco. Olía a tu tabaco. Me habías enganchado.
Repasé todo lo que aquella noche había sucedido y no conseguí descubrir el secreto, el milagro, el truco de magia con el que conseguiste captar mi atención. No recordaba cuándo te miré por primera vez ni qué fue lo primero que me dijiste. Sólo veía tus ojos negros mirándome. Nada más. Era como atravesar el cabo de Buenaesperanza y descubrir que más allá estaba el mundo de verdad.
Apagué la luz y recorrí tu cuerpo en la oscuridad de mi pensamiento. Así me dormí.
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