MR 26
Al pisar las hojas secas y escuchar el crujido se me estremecía el corazón. Desde que te habías ido yo no era más que un vagabundo del amor, un payaso triste sin ganas de reir, una mañana de niebla, una soñata de otoño lacónica.
Me gustaba perderme cada tarde entre las sombras del Retiro y luchaba inconscientemente por no encontrar la salida de aquel laberinto. Me lo merecía.
Te cansaste de mí. No supe quererte y tu paciencia se agotó. El otoño trajo el frío a mi vida y te llevó con él. Para siempre.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!