MR 4
– Estás preciosa – le dije al oído mientras agarraba su mano derecha fuertemente con las dos mías.
– Gracias papá. Tú también estás muy guapo.
– ¿Sabes? Sabía que algún día ésto llegaría. Y estoy contento por ello. Contento por verte feliz. Contento por ver que lo hemos hecho bien contigo. Contento porque lo has hecho bien…
– Papá… me siento rara. – balbuceó bajando la mirada. – Estoy feliz pero no quiero dejarte.
Nos abrazamos fuertemente. Si Isabel hubiera estado allí nos hubiera reñido por arrugar el vestido de la novia. Puse una mano en cada lado de la cara delicadamente y la acaricié suavemente con mis dedos recogiendo sus lágrimas y levantando su rostro.
– Mamá también está hoy aquí contigo. Y conmigo. No me dejas solo. Ella me cuida, a su manera. El amor es lo más fuerte del mundo. Ya lo verás. ¡Anda! Vete al baño y retócate ese maquillaje. El coche nos espera.
Ella fue y yo me senté al borde de la cama. Terminé de llorar mientras te miraba en mi mesilla. Luego me sequé con mi pañuelo y me fui.
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