MR 64
Tirado en el sofá. Inmóvil. Sin ganas de vivir. Ojos cerrados. Manos abiertas.
Hubiera deseado que la muerte hubiera venido a visitarme en ese mismo instante. La vida se acababa de derrumbar llevándose toda mi esperanza a su paso. No quedaba ningún motivo para que mi corazón siguiera latiendo.
Ya no había marcha atrás. Iban a quitarme lo poco que me quedaba. El deshaucio no tardaría. Era la culminación a meses de sufrimiento, de pastillas para dormir, de robos furtivos en el mercado para comer, de indignidad llevada dignamente, de homicidio social.
Silencio. Aquellas cuatro paredes estaban a punto de venirse abajo…
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