MR 70
Nunca te llevo a trabajar pero aquel día te subiste a mi coche por la mañana.
Éramos presencia extraña el uno para el otro a esas horas. Objetos no identificados por la rutina de cada jornada laboral.
Y sonó aquella canción… Y se te abrieron los ojos. Y el alma. Y el corazón.
Y yo pensé para mi que era muy tuya, que me pegaba contigo. Era fresca, libre, tierna, chisposa, alegre, imperecedera y zalamera. Tenía encanto, como tú. Llamaba la atención, como tú. Entraba sin darse uno cuenta, como tú.
Nunca más volví a llevarte a trabajar. Pero la canción suena de vez en cuando. Ya es tuya.
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