#Narraluz 5
En la soledad del velatorio, te miro y saboreo la paz de tu rostro. Desolado por tu falta, los recuerdos martillean mi mente…
«- Hijo, exprime cada día. Vive cada minuto apasionadamente. Quémate los dedos si hace falta. Vacíate y entrégate sin reservas por aquello que merece la pena. Sólo así serás feliz y harás feliz a los que te rodean.»
En la soledad del velatorio, te beso por última vez, mamá. Profundamente agradecido, con el corazón lleno de amor, al calor de la inmensa llama que ya has prendido en el cielo.
Buuuuf. No os andáis con chiquitas. Me gusta.
Los dos habláis de Vida, con mayúscula. De vida de verdad en este mundo y en el siguiente. Y habláis de fuego, de ese fuego imparable capaz no solo de vencer a la muerte sino de inflamarla de esperanza y amor. Me encanta: la misma llama que caldea el corazón del protagonista es la que tiñe los árboles de rojo para el otoño, que es a la vez muerte y promesa de vida; el mismo Amor que se lleva a la madre infunda la vida en el hijo. La muerte ya no es muerte sino un nuevo nacimiento, gracias al Amor. ¿No es impresionante?
Infunde. Quise decir infunde.