Ninguno de nosotros vive para sí mismo (Romanos 14,7-12)
Es evidente que hay gente que vive para sí misma y cuando su mismidad se rompe o se debilita… todo el castillo de naipes se viene abajo. Pablo me recuerda hoy que vivo para otros, que vivo para el Señor. Vivo para otros…
Creo que tengo mucho que mejorar en mi «vivir para otros». En mi matrimonio, por ejemplo, creo que podría poner a Esther antes mucho más de lo que la pongo y hacer por entenderla mucho más y ser mejor descanso para ella. A veces no quiero entender sus necesidades porque tengo en mi mente las mías…
Por otro lado soy capaz de reconocer mi entrega en muchos otros aspectos y a muchos otros prójimos y estoy contento de ello. Porque es por Dios mismo por quien me desvivo y a quien entrego mi tiempo y mis energías aunque a veces no sea consciente de ello.
Y el Evangelio… ayyy… para mañana. Me ha puesto los pelos de punta…
Un abrazo fraterno
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