No descuides el don que posees (1Tm 4, 12-16)
«No descuides el don que posees. […] Cuídate tú.» Esta es la Palabra de Dios para mi hoy. Tal vez no acabo de dar el do de pecho con mis dones. Creo tenerlos identificados pero también creo tenerlos descuidados de vez en cuando.
Una de las actividades que más me gustan de las que organizamos en la pastoral provincial de escolapios es la de Horizonte. Horizonte dura una semana y es una colonia-convivencia-retiro-campamento basado en el «Manual del Guerrero de la Luz» de Paulo Coelho. Uno de los momentos más importantes de la semana es afrontar una batalla en la que se supone debes luchar con tu dones porque ellos son tus armas, tus verdaderas y más útiles armas… En el fragor de la batalla uno se olvida normalmente de sus armas para ir a lo fácil, a lo egoísta, a lo destructivo, a lo rápido… Es muy visual… Una experiencia que, sin duda, hace pensar a quienes participan. Porque los dones son mis armas para la batalla del día a día. Es lo que me ha dado Dios para que el Reino avance, para que yo sea más feliz y para que los demás se beneficien de mi. Es imprescindible mantener esas armas bien cuidadas, en disposición de ser usadas. Y yo me tengo que encargar de cuidarme para que cuando llegue el momento de usarlas mis movimientos sigan siendo ligeros y suaves. Equivocadamente siempre vemos en el servicio al otro el mayor de nuestros objetivos, a veces pasando por encima de nosotros mismos. Enfermos, descentrados, infelices, en baja forma, faltos de formación… somos de poca utilidad aunque lleguemos agotados a casa después de darnos a todos todo el día.
Un abrazo fraterno
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