No haréis trabajo alguno (Lev 23, 1.4 – 11.15-16.27.34b – 37)
Esta Palabra del libro del Levítico de hoy me recuerda cuánto hemos «relajado» el sentido del domingo dentro de nuestra vida cristiana. A veces se oyen voces muy críticas con la supuesta rigidez islámica en cuanto a la oración, las peregrinaciones, el Ramadán… pero se echa de menos entre nosotros esa seriedad con respecto a la vivencia del domingo y de otras festividades.
Recuerdo con especial alegría mi lectura de la encíclica de Juan Pablo II «Dies Domini» en la que explicaba y profundizaba en el sentido santo del domingo. El domingo es un día para Dios. Eso no quiere decir que haya que estar en la iglesia y rezando todo el día. Lo más importante tal vez sea disfrutar de la creación y de la propia vida en toda su consciencia y profundidad para lo que es necesario cierto descanso, cierta relajación, ausencia del trabajo, etc.
Hoy hemos perdido el rumbo. No valoramos el tiempo de descando ni el tiempo de ocio. No valoramos la naturaleza ni el tiempo para disfrutarla. No disfrutamos la posibilidad de juntarnos y unirnos en una asamblea que celebra una misma fe. No sabemos poner el trabajo en el lugar que se merece.
Creo que es hora de luchar por recuperar el sentido del domingo…
Un abrazo fraterno
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