No he venido a traer paz (Mateo 10, 34-42; 11,1)
El comienzo de vacaciones seimpre trae un punto de genial desorden a la vida ordenada (¿ordenada?) que traemos durante el «curso». Yo no quiero que mi oración y el blog se vacíen durante este tiempo de asueto. Quiero aprovechar para leer, para descansar, para dormir la siesta, para meditar un poquito, para ver las estrellas por la noche y pasear con mi mujer cuando los niños ya están acostados.
Voy a las lecturas del lunes con dos días de retraso pero quiero empezar la semana. Y me encuentro con este Evangelio tan difícil de tragar, tan «chafaplanes»… Pero bien pensado es un Evangelio ideal para la época vacacional en la que uno debe cargar pilas y discernir sobre temas sobre los que habrá que decidir cuando regrese septiembre. Las consecuencias evangélicas, las exigencias de seguir a Jesús… no son fáciles pero LA RECOMPENSA ESTÁ GARANTIZADA.
Un abrazo fraterno
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