No les hará daño el bochorno ni el sol (Is 49, 8-15)
Creo que la lectura de Isaías de hoy, Padre, es de las más hermosas que ha orado mi corazón.
¡Salid! ¡Venid a la luz! ¡Qué exhortación más hermosa, más motivadora para los que todavía encontramos penumbra en algunos rincones de nuestra existencia! Es una invitación a celebrar la Pascua con absoluta profundidad, guardando y disfrutando en nuestro corazón de esa Luz que va a inundar nuestras vidas, de esa presencia del Resucitado.
Tu nos conduces con compasión. Nos amas. Nos conoces. Pero hay una frase de tu Palabra de hoy que resuena constantemente en mis oidos: «En tiempo propicio…». Esto que hoy me dices no pasa cualquier día ni de cualquier manera. La semilla no crece en cualquier terreno. Tiene que haber tiempo propicio, tengo que haber puesto medios, tengo que estar predispuesto y preparado para escucharte… Recuerdo lo reflexionado en comunidad en la Pascua del año pasado y la ya sabida (y pocas veces asumida) conclusión de que para resucitar hay que morir. Ese es tiempo propicio… Hay que pasar por ahí: por el silencio, por la soledad, por la muerte de uno mismo, por el desierto, por el dolor… Ese es tiempo propicio para ti… Te ruego, Padre, que el miedo no evite todo esto.
Un abrazo fraterno
Las crisis son necesarias, el «desierto», la duda, la soledad… pero yo creo que necesitamos más soledad por propìa iniciativa que la soledad impuesta. Quizá el camino no sea el salir y ver la luz, sino el vivir y aprender por el camino hacia ella; la vida te enseña que al final la luz siempre llega.
(Jesús lo que hace el trabajo a estas horas…!!)
:*