No tengamos miedo de ser pequeños y frágiles (Mt 2,13-18)
La luz convive con el pecado. Lo hace dentro de mí y lo hace en el mundo en el que vivo. El Reino se va abriendo paso, si le dejamos. A veces no lo percibimos. Estamos acostumbrados a la sombra, a la derrota, a la miseria y a la pobreza.
Por eso le molestó a Herodes aquel pequeño que acababa de nacer. Porque no hay nada más peligroso para la oscuridad que la semilla de la esperanza.
Me siento pequeño muchas veces, huyendo de aquello que me da miedo, como José y María. Me siento frágil y pecador, fallón, fracasado en muchos intentos. Y, a la vez, Tú siembras en mí la esperanza, Señor. Te haces fuerte en mí y me haces fuerte por Ti. Esa es mi fuerza, aunque duela muchas veces.
Un abrazo fraterno – @scasanovam
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