Nueva catequesis para nuevas familias
Llevamos ya dos años de apuesta en nuestra querida Provincia Betania, donde escolapios y laicos estamos empujando hacia el horizonte marcado por nuestro nuevo proyecto marco de pastoral. El Proyecto Arjé es un intento de responder, como así nos invita el Papa Francisco, a los nuevos tiempos, a una nueva sociedad, a unos niños y jóvenes nuevos, a unas familias nuevas. El reto, sin duda, está en traducir una Buena Noticia que llega con Jesucristo hace más de 2000 años y presentarla hoy, con los lenguajes de hoy, como una invitación real a una vida mejor y más feliz.
Los grupos Belén forman una de las apuestas más potentes del proyecto. Difícil de definirlos. Vamos a decir, para entendernos, que son el primer paso, la primera etapa, de un camino de crecimiento personal y en la fe. Lugares de encuentro con niños y familias de la etapa Infantil y de los dos primeros años de Primaria, donde, en muchos casos, se produce un primer anuncio y donde, en otros casos, se experimenta una nueva manera de acercarse a Jesús y a la Iglesia.
- La primera clave es la convocatoria que se realiza a toda la familia. No se trata, porque en estas edades no sería posible, de que vengan los niños y niñas a catequesis o a sus grupos de fe. Se trata de que vengan ellos y su madre, su padre o, en el mejor de los casos ambos. Esta convocatoria a todos es uno de los aspectos más valorados. No hay tantos ratos ni tantas ofertas donde las familias puedan encontrarse juntas y donde puedan tener un momento que deje contentos a todos. Y menos cuando los niños tienen entre 3 y 7 años.
- La segunda clave es el planteamiento de las sesiones. No es una escuela de padres, aunque en el grupo los padres aprenden. No es un grupo de catequesis, aunque también se habla de Dios y se ora. No es una reunión de padres, aunque salen temas de cole. Y no es una reunión para niños, aunque tienen sus momentos y sus actividades propias. Y tampoco es un espacio sólo para adultos, ya que los niños participan y, muchas veces, lo hacen junto a sus padres. Son un lugar de encuentro, de compartir, donde siempre hay una experiencia que nos hace aprender haciendo, como diría un muy buen amigo profesor de nuestro colegio de A Coruña.
- La tercera clave es el cuidado y el mimo con el que se preparan los detalles. Se elige el espacio adecuado en el cole. Se disponen las sillas de la forma adecuada. Se prepara todo para que esté listo cuando lleguen las familias. Se cuida la ambientación y la decoración. Y normalmente hay música que invita a entrar. Porque el cuidado y la belleza trasmiten mucho más, a veces, que grandes discursos. Porque somos seres humanos y tenemos nuestros sentidos para entrar en relación. Necesitamos ver y oír y oler y acariciar y saborear.
- La cuarta clave es un equipo de personas volcado con el proyecto. Profesores involucrados, religiosos, laicos… personas que creen en lo que hacen, abiertas, dispuestas a abrir las puertas a las familias de sus niños, dispuestas a hablar y a compartir con ellas fuera del ámbito más académico. Y el camino nos demuestra que, a mayor trecho andado, mayor la tranquilidad y la satisfacción.
Hoy hemos tenido la última sesión del curso. Hemos evaluado. hemos compartido lo que ha significado el grupo para la vida colegial, familiar… Hemos rezado juntos, con sencillez, y hemos escuchado de boca de los participantes que esta manera de hacer escuela y de hacer Iglesia, tejiendo una auténtica red de cariño y confianza, vale la pena.
No sabemos cuáles serán los frutos a largo plazo de este trabajo. Ojalá sean muchos. Todavía tenemos que esperar unos cuantos años. Dios dirá. Pero hasta ahora, lo andado, ya ha valido la pena. Por muchos años más.
Un abrazo fraterno
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