Para eso me han enviado (Lucas 4, 38-44)
¿Y a mi? ¿Para qué me han enviado?
Esta preguntita a veces es incómoda, desesperante. No tener claro muchas veces cómo responderla, a mi me genera mal rollo. Sí, ya sé que puedo contestar con palabras y conceptos generales: para construir el Reino, para ser luz, para proclamar la Buena Noticia… pero ¿Cómo? ¿Dónde? ¿A quién? ¿Con quién?
He ido, y sigo en ello, tomando mis decisiones y tomando mis opciones y reconozco un camino que se va recorriendo pero, de vez en cuando, siento arder el corazón con el presentimiento de que algo más espera…
Todo llegará. Mientras, intento responder a la preguntita cada vez que llego a un cruce en la vida. Si escucho al Espíritu, acertaré y sino… que el Señor me reconduzca.
Un abrazo fraterno
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