Perder ¿no es de locos? (Mc 8,34–9,1)
Perder la vida. Esto es de locos. ¿Esto no se trataba de ganar? ¿Ganar la felicidad? ¿Ganar el cielo? ¿Ganar a Dios? ¿Cómo que perder? ¿No hay otro camino? Tú sabes cuánto me cuesta, Señor, perder. Porque esto de perder no es, simplemente, dar la vida. Entregarse no me resulta difícil. Dar mi tiempo. Construir Reino. Porque creo que lo hago bien. Y porque en esa donación encuentro satisfacción. Pero eso no es perder… ¿A que no? Tú te refieres a hacer todo eso y tener la sensación de que nada se consigue, de que para nada vales, de que me has abandonado, de que no tiene sentido, de que no voy a poder, de que hemos fracasado… Eso es perder. Perder es agachar la cabeza. Perder es saberme pequeñísimo. Perder es dejar que otros hagan en mí sin oponer resistencia porque eres Tú quién está haciendo. Perder es dejarme llevar pese a mis resistencias. Perder es ir adonde no me gusta, servir en lo que no quiero… porque esto se trata de ir donde te gusta a Ti, de servir donde Tú quieres…
Señor… me cuesta perder. ¿Me seguirás enseñando?
Un abrazo fraterno – @scasanovam
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