Por eso no me quedaba confundido (Isaías 50, 4-9) – Miércoles Santo 2012
No es sencillo vivir. Como yo siempre digo: «la vida tiende a complicarse a medida que avanza». Nada es más sencillo que antes. Las dificultades se van sumando y a veces uno no sabe muy bien cómo afrontarlas.
Ser cristiano tampoco es fácil. Jesús nos enseñó que los dones recibidos son para gastar, para entregar, para ponerlos al servicios. Hay que vivir una vida, ya de por sí complicada para uno, dedicada al otro. ¡Buuuuuuuffffffffff!
Y aún encima siempre tienes a alguien alrededor al que todo esto le parece una memez, al que no le gusta cómo lo haces, al que se muere de envidia por lo que has conseguido, al que no le sirve lo que le das, al que tu fe le parece objeto de ataque, al que Dios se la trae al pairo…
¿Cómo es posible que yo viva así, o lo intente al menos, sin morir en el intento? Sólo hay una respuesta: EL SEÑOR ME AYUDA. POR ESO NO ME QUEDO CONFUNDIDO.
Un abrazo fraterno
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