¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? (Num 21, 4-9)
En estos días pasados me he encontrado dos o tres veces con una reflexión parecida a la que hoy me surge leyendo el Libro de los Números. Tomar el camino de Jesús es tomar el camino estrecho, el complicado, el de la soledad. Y lo peor es que NO HAY MARCHA ATRÁS. Es mucho más sencillo ser como todos, decir lo que se espera que digamos, hacer lo que más o menos hace todo el mundo, asumir que el mundo es así y que vivimos esclavos de una sociedad que nos abruma. Es insano, destructivo, injusto y egoista pero… mucho más sencillo.
Cuando decides seguir a Jesús, crecer en lo personal, formarte, asumir riesgos, compartir la fe en comunidad, limpiar la conciencia, pulirla, sensibilizarte ante la rutina dolorosa, decir lo que no es grato pero sí verdadero, ser consecuente con lo que eres… el tema se complica pero uno ya no puede salir. Es la droga de la libertad. ¡Qué paradoja! Cuando empieza a olfatear la felicidad de la libertad, del Jesús liberador y misericordioso, se engancha.
Un abrazo fraterno
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