Rema mar adentro (Lc 5, 1-11)
Mar adentro. Lejos del alcance de la mayoría. Lejos de lo que se ve a primera vista. Donde el mar es de color azul profundo. Donde soplan fuertes vientos, arrecian las tormentas y calienta fuerte el sol. Donde existe la soledad y donde la inmensidad te hace sentirte pequeño. Donde uno se siente frágil. Mar adentro. Ahí es donde Dios se manifiesta. Ahí es donde se debe y se puede pescar. Ahí es el único sitio donde encontraremos algo. Ahí es el sitio donde las personas somos. Y ahí tenemos que buscarnos y encontrarnos. Lejos del ruído. Lejos de la dispersión. Lejos de la apariencia.
Para llegar ahí hay que remar. Dios no nos lleva en palmitos. Cuesta. A veces mucho. Yo todavía no he llegado o sí, pero me vuelvo de vez en cuando a la orilla. Aunque también es verdad que voy aprendiendo a ser en soledad y a poner en el centro a aquellos que, como yo, también reman mar adentro.
Un abrazo fraterno
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