Se pusieron muy tristes (Mt 17, 22-27)
Parece que a los discípulos no les gustaba demasiado la idea de que su Maestro fuera ejecutado por más que éste prometiera su resurrección. No estamos preparados para asumir el dolor en nuestra vida por muy maravillosa que sea la promesa o la consecuencia. Y menos yo, al que le cuestan especialmente las situaciones dificultosas y dolorosas.
Sólo la experiencia del encuentro con el Resucitado, la experiencia de la resurrección cambia el chip y torna el miedo en valentía, la tristeza en serenidad.
Yo todavía tengo miedo. Yo todavía evito el dolor y el sacrificio. Creo que todavía no me he encontrado cara a cara con Jesús resucitado…
Un abrazo fraterno
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