Sólo ve quién espera ver (Lc 2,22-35)
Simeón vio a Jesús y así se cumplió la promesa que había recibido de Dios. Ningún ángel fue a anunciarle que aquel día, Jesús, José y María estarían en el Templo. El Evangelio nos dice que acudió impulsado por el Espíritu. Pero antes de eso dice algo que hoy se me ha quedado grabado: «Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel«.
Simeón vio porque esperaba ver. Simeón se encontró a Jesús porque anhelaba encontrárselo. Simeón reconoció al Mesías porque creyó la promesa de Dios.
Me considero una persona optimista pero muchas veces me descubro habiendo aceptado ciertas realidades. Miro el mundo, miro mi vida, miro a las personas que me rodean, a mis alumnos, a sus familias, a mi comunidad… y pienso que lo único que puedo es aceptar la realidad y no pretender cambiarla. Ciertamente Simeón no peléo por ver al Mesías, pero seguramente se acostó cada día esperando verle al día siguiente. Su deseo sostuvo su fe y su fe sostuvo su vida. Y al final vio.
Hoy te pido Señor que me ayudes a no apagar el deseo de verte en los demás, de encontrarme contigo cada día, de ver un mundo más humano, de ver familias más felices, de ver a mis alumnos creciendo y madurando y abandonando el colegio con valores y principios… Lo deseo… ¡quiero verlo Señor! ¿Cómo lo ves?
Un abrazo fraterno – @scasanovam
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