Como está el barro en manos del alfarero… (Jr 18, 1-6)
No soy diamante, soy barro. Y no por ello soy menos precioso a los ojos de Dios. Me gusta más esta imagen del barro que la del diamante. No soy tan duro. Me rompo fácilmente, me agrieto sin dificultad. Soy frágil, ¿por qué he intentado tanto tiempo aparentar lo contrario? Fragilidad no es lo mismo que debilidad. Ser frágil me ayuda a volver a mi alfarero y a dejarme recomponer.
El barro es moldeable, manejable. Un poquito de agua y se emblandece, se deja hacer. No presenta dificultades ante las manos de aquel que sabe qué quiere hacer con él. Quiero seguir en ese camino de ser barro y seguirme dejándome moldear por Dios, por mis hermanos, por mi mujer… No es sinónimo de debilidad. Sólo si me dejo moldear llegaré a ser aquello para lo que estoy hecho y llegaré a ser bello de verdad.
Un abrazo fraterno