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A la mesa, en su casa (Marcos 2, 13-17)

Jesús va a su casa. Jesús se sienta a su mesa. Jesús se mete en su ambiente. Jesús conoce a su gente. Jesús se acerca a su realidad. Jesús escucha sus vidas. Jesús llama a Mateo a seguirle pero sustenta el poder de su palabra en las actitudes y en los hechos que acompaña. Jesús, lejos de presentarse como alguien importantísimo, sabio sobremanera, digno del mayor de los respetos, alejado de los placeres mortales y de las pequeñeces diarias; se presenta como alguien totalmente dispuesto a conocer, a escuchar y a acompañar. Sin juicios previos. Sin comentarios arrogantes ni soberbios. Sin mirar por encima del hombro a aquellos en los que ve sed de Dios.

¡Cuánto que aprender todavía Padre si quiero, si queremos, evangelizar el mundo…!

Un abrazo fraterno