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Tengo el mejor de los Defensores #sinmiedo

Es verdad. Jesús no está. Ninguno de nosotros ha podido recogerse entre sus brazos o encontrarse cara a cara con su mirada, igual que la Magdalena o Pedro. Pero no nos ha dejado solos. No estamos solos.

La manera que tiene Jesús de denominar al Espíritu Santo me llama profundamente la atención: el Defensor. Un defensor no es tan sólo alguien que me protege y me libra de desgracias. Esa es, tal vez, la acepción más extendida pero no en la que hoy me quiero detener. Me gusta más entender al Defensor como Aquel que me sostiene, Aquel que sostiene mi fe.

Cuando leo el Evangelio de hoy me doy cuenta de que Jesús ya advirtió que las tentaciones iban a ser muchas, y también los ataques y las incomprensiones. Pienso en las personas que han perdido su casa, en las que pasan hambre, en las que ven caer enfermo a uno de sus hijos, en las que mueren aplastadas por las bombas de una guerra sin sentido… y todo amparado por el silencio de Dios, al menos por su permisividad ante estos hechos. No es descabellado pensar que estas personas se pregunten «¿dónde está Dios? ¿dónde está el Defensor?». La fe se tambalea, se cuestiona, entra en crisis tantas veces…

No hay mayor regalo que nuestra fe en Jesús. No hay mayor tesoro. No hay nada más importante que proteger. Nada más crucial para sostener. Eso le pasa a Lidia, la romana, en la lectura de Hechos. Le es regalada la fe y esa fe abrirá las puertas de su casa y de su corazón de par en par al amor de Dios.

Confiemos en el Espíritu. No tengamos miedo. Mientras Él esté cerquita… lo más preciado está garantizado… si así lo deseamos.

Un abrazo fraterno

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El secreto de los santos: ser del Espíritu #sersanto

Nacer del Espíritu. Ser del Espíritu. Pies en el suelo pero sin ancla, sin peso, sin cadenas.

Ser del Espíritu es estar dispuesto, estar disponible.
Ser del Espíritu es estar a la escucha y responder, como Samuel, «aquí estoy, Señor».
Ser del Espíritu es hacer planes sabiendo que el Señor puede tener otros.
Ser del Espíritu es no asegurarse la vida sino andar sobre el alambre.
Ser del Espíritu es mirar hacia arriba y no mirar hacia abajo.
Ser del Espíritu es abrirse a la sorpresa y acogerla con alegría.
Ser del Espíritu es ser sensible a la caricia de Dios, sentir que estás «tocado» por Él.

A mí me gusta vivir ligero de equipaje. No es fácil. A veces uno tiene la tentación de vivir preocupado, como viviría cualquiera… pero yo me lo creo, me creo que mi guardián nunca duerme, y que no me dejará tropezar.

Un abrazo fraterno

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Jesús y la alfombra roja #iPasión

La alfombra roja nos la hemos inventado para los momentos especiales, para que los grandes, los famosos, los superstar… pisen por ella a su entrada en un gran evento. Los fans se agolpan alrededor de la alfombra roja, ansiosos, esperando el momento para aplaudir, piropear, chillar y venerar a sus ídolos.

Jerusalén ya puso alfombra roja en su momento, para recibir a Jesús. Un rabino judío, famoso, del que la gente había oído hablar, por sus milagros, sus predicaciones, su manera distinta de hablar de Yahvé. Como ahora, también la muchedumbre entregada esperaba con vítores y flashes la entrada del tal Jesús en su ciudad. Al éxito, al glamour, nos apuntamos todos.

El encanto de la alfombra roja es cautivador y enigmático. Sube el ego de quién la pisa y sume a los que la rodean en un estado de euforia colectiva que engancha. Es el camino del reconocimiento, del triunfo ante las cámaras.

¿Por qué no huye Jesús de ese recibimiento? 

¿Por qué, igual que hizo en el templo, no chafa el plan de aquellos que le vitoreaban sin saber muy bien por qué?

¿Por qué la muchedumbre le reconoce como líder?

¿Por qué la visión de un Jesús a lomos de una borriquita no hiere la mirada de aquellos que esperaban un libertador?

¿Qué atemorizó de aquel líder manso a los fariseos y miembros del Sanedrín, que vieron en Él un peligro?

¿Y hoy?

¿Dónde seguimos recibiendo a Jesús con la alfombra roja? ¿Dónde seguimos queriendo éxito, reconocimiento, flashes y cámaras, vítores y piropos? ¿Somos hoy también una muchedumbre que aclama a un libertador original, revolucionario, vistoso? ¿Somos la élite de la alfombra roja? ¿Somos fans de Jesús?

Cuidado con la alfombra roja, no nos haga tropezar…

Un abrazo fraterno

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¿Dónde está Dios? #elementalqueridoWatson

Nuestras obras. Las obras de los demás. ¿Es tan importante lo que hacemos? ¿O es más importante creer y tener fe? En la Palabra uno puede encontrarse ambas cosas y posiblemente ambas son necesarias. Pero el Evangelio de hoy me plantea algo que va más allá de lo que pueda parecernos a priori.

Jesús apela a sus obras para demostrar que Dios vive en Él. Sus obras buenas hablan de Dios. Esto implica que Dios vive, está, en el bien que se puede hacer porque Dios es el Bien mismo, el origen y final de todo.

¿Cómo cambia mi día a día el Evangelio? Pues debería llevarme a reconocer el Dios que vive en lo bueno que hacen las personas, incluso aquellas que se manifiestan alejadas de Dios y de la Iglesia. Dios vive en sus obras. Dios vive en el amor por sus hijos o por su pareja, en la excelencia en su trabajo, en el compromiso que tienen e una ONG, en la escucha desinteresada a su anciano padre, en la visita a un enfermo un día de descanso, en la manera de tratar a los de su alrededor… Dios se manifiesta también a través de aquellos que no lo ven o no lo reconocen.

Si mi mirada se centra en eso y no en otras cosas, me será más fácil entablar diálogo, salir al encuentro, tener un lugar desde donde construir juntos… ¡No me digas que no se abre un mundo de posibilidades! ¡¿Te imaginas el bien que se puede hacer?!

Y cuando llegue el momento, habrá que decir: «Ese bien que haces, es Dios mismo… Lo tienes más cerca de lo que te crees«… Y a ver qué pasa.

Un abrazo fraterno

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Jesús hace copias de seguridad #iCongreso

Los que estamos acostumbrados a guardar información muy relevante en nuestro teléfono o en nuestro MAC o en nuestro PC, sabemos la importancia que tiene hacer copias de seguridad cada cierto tiempo. Un fallo mecánico, eléctrico, un error humano… podría dar al traste con esos datos vitales que, con tanta estima, decidimos salvar en nuestras memorias permanentes. Y qué decir de la buena costumbre de crear dispositivos de arranque por si un día hay que recuperarlo todo desde el comienzo…

Jesús fue el inventor del backup de seguridad y si no os lo creéis, leed el Evangelio de hoy.

«Quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre» le dijo a la gente que lo escuchaba. Y es que la información vital hay que guardarla y protegerla en lugar seguro. Esa información nos permitirá «resucitar» cuando nos vayamos al traste.

No es suficiente con escuchar a Jesús. No es suficiente conque nos parezca majete. No es suficiente con pensar que haciendo un poquito el bien y siendo buenas personas, todo está hecho. Hay que guardar, salvar, proteger. Hay que dejar que su Palabra cale, eche raíces, se esconda en los pliegues más íntimos de nuestro ser. Hay que repartirla en otros, rodearnos de personas que compartan esa información y me dejen disponer de ella en momentos de catástrofe. Hay que poner esa Palabra en práctica para que se salve correctamente en nuestro ser.

Puede llegar un virus e infectar el alma. Puede llegar un hacker y atacar a través de nuestras debilidades, agujeros de seguridad. Puede morir el disco o la memoria de nuestro entramado espiritual. Y necesitamos de dónde tirar para restaurar el sistema.

La suerte es que una copia también se guarda en la nube… y Jesús dispone de la información relevante de todos.

Un abrazo fraterno

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Jesucristo en twitter. Un caso práctico. #iCongreso

Sigue la sombra del #iCongreso en esta Cuaresma que nos lleva ya a la semana más importante para un cristiano. Ecos de lo oído el pasado fin de semana que resuenan con especial fuerza a la luz del Evangelio.

Jesús tiene hoy una conversación como cualquiera de nosotros puede tenerla en twitter. Y se encuentra conque las personas a las que habla «no dan cabida a sus palabras». ¡Cuántas veces pasa esto en la red! ¡Cuántas veces me ha pasado que, pretendiendo acercarme a otros, distintos, he recibido una patada y agresividad. No todo el mundo quiere escuchar ni todo el mundo está dispuesto a que Jesús le hable y entre en su vida. A veces, ser testigo en la red provoca reacciones furibundas de personas que, luego, actúan como auténticos «trolls» y quieren acabar con nuestra palabra … Molestamos a muchos y la palabra de Jesús dispara lo peor de ellos.

Jesús no reacciona con violencia ni entra al trapo pero sí hace claramente de espejo y confronta los hechos y actitudes de esas personas. ¿Por qué reaccionan con agresividad ante alguien que se presenta ante ellos con amor? Va desmontando con hechos una a una de sus afirmaciones…

Finalmente, Jesús, nos vuelve a dar la clave. ¿Cómo se presenta Él ante esta gente? ¿Cómo es capaz de hablar con ellos y reaccionar con amor ante tal odio? Tres ideas fundamentales para cada uno de nosotros:

– Jesús se reconoce como enviado por el Padre. No es él el que ha decidido su misión sino que a Él lo han elegido. ¿Y tú? ¿Te sientes elegido? Yo sí. Y eso marca. Porque no espero de mi presencia en la red followers ni grandes estadísticas. No estoy para mí sino para otro.

– Jesús repite varias veces que está a la escucha. Escucha, escucha, escucha… a los demás y a Dios. Las dos orejas…

– Jesús hace lo que el Padre le dice. Nuestros actos, nuestras palabras, nuestras actitudes, nuestros estilos… deben ser coherentes si queremos gozar de la autoridad y la paz ante aquellos que nos atacan y nos insultan.

¿Cómo lo ves?

Un abrazo fraterno

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Jesús, nuestro referente en comunicación #iCongreso

Leo el Evangelio de hoy y me quedo perplejo al leer «el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él»… Está claro. ¿Para qué le seguimos dando tantas vueltas? Se trata de comunicar lo que hemos aprendido de Dios, como Jesús. Esto tiene muchísimo calado a la luz del reciente #iCongreso.

Comunicar lo aprendido de Dios tiene, sin duda, un matiz tremendamente personal, experiencial… Quién no se encuentre con Dios y aprenda día a día de Él, difícilmente será un buen #iMisionero. Es el testimonio de mi encuentro con el Padre lo que se me pide comunicar. Cada uno el suyo.

¿Qué llevo yo aprendido de Dios?

1. Vivir en confianza y despreocupadamente. Y se vive muy bien, sabiendo que mi vida está manos del que más me ama; sabiendo que mi guardián nunca duerme y que no permitirá que resbale mi pie.

2. Que debo amarle y descubrirle en cada persona, en cada pieza de la Iglesia. Que cuánto más conozca y ame de esta Iglesia nuestra, tan diversa, más conoceré y amaré a Dios.

3. La alegría es la sintomatología de la gracia. Cuando falta… algo falla.

4. Que soy grande y pequeño. Que el Señor espera de mí lo mejor y que, sin Él, poco puedo conseguir.

Comuniquemos lo aprendido de Dios. Sin cansarnos. Y su fuerza será grande…

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Condenamos todos… menos Jesús #alaluzdelaPalabra

Siempre que leo este Evangelio siento a identificarme con aquellos que, piedra en mano, estaban dispuestos a apedrear a la adúltera. Yo soy de los que piensan, muchas veces, que anida mayor pecado en el «otro» que en mí mismo y, tal vez, sintiendo y pensando eso me pierdo algo muy grande: el perdón sin condena de Jesús.piedra

Y es que Jesús no es que conceda el tercer grado o arresto domiciliario o dé permisos por el buen comportamiento… No, no es eso. ¡Es mucho más fuerte! Jesús ni siquiera condena. Te deja libre.

¿Experimento eso en mi vida? ¿Experimento ese perdón integral? Lo he experimentado en momentos puntuales y me siento tan afortunado y a la vez tan pequeño, tan en gracia, tan fuerte después…

Lo que no me gusta tanto es la segunda parte… «Vete y no peques más» dice Jesús. Es la segunda parte del perdón. Del perdón de cualquiera, también de Jesús. Que no vuelva a suceder… Y no me sienta bien. El perdón no se dispensa a granel. No es un caramelito que una coge cuando tiene tos… El perdón, si es asumido integralmente, debe cambiar el corazón. El Señor perdona lo que haga falta pero…

¿Hago yo lo posible para que no vuelva a repetirse? ¿Oriento mi voluntad hacia la santidad?

Creo que no hago lo suficiente. Jesús lo sabe y me sigue esperando pacientemente.

Un abrazo fraterno

La pesada carga de la Ley #Cuaresma

¿Cómo no le iban a crucificar? Jesús muestra una dureza y una exigencia total con escribas y fariseos, con aquellos que conocían la Ley, con aquellos que consideraban estar cerca de Dios. Y es extremadamente cariñoso y misericordioso con los pobres, enfermos y pecadores que se sabían necesitados de perdón y luz.

Creo, y lo digo con cuidado, que hoy seguimos viviendo esto dentro de nuestra Iglesia. Creo que en esta Cuaresma, yo el primero, debemos fijar la mirada en el Señor y reconocernos a nosotros mismos. Reconocer que nos sentimos superiores sin serlo, reconocer que juzgamos con dureza, que señalamos con el dedo, que transmitimos muchas veces una Buena Noticia que no es Buena, sinceramente… que más parece una carga que una liberación. Mirémonos en los ojos del Señor y descompongámonos ante Él. Porque somos débiles, pecadores, ciegos, necesitados más que nadie de su luz, de su mano, de su curación.

Miremos con compasión a nuestros hermanos. Con compasión y misericordia. Somos hermanos en Cristo, pecadores todos.

Un abrazo fraterno

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Yo soy la medida, para chulo yo #Cuaresma

Me considero exigente. Leyendo el Evangelio, me da congoja.

Exijo mucho a las personas de mi alrededor, sobre todo a las más cercanas. Es una exigencia fundada, posiblemente, en mi soberbia, en ese estar «por encima del otro». Intento que todos estén a ese nivel de «perfección». Doble pecado.

Con los años, voy aprendiendo que, cuanto más débil se sabe uno, más fuerte es y, desde esa fortaleza, menos exige al resto. Me cuesta pero creo que voy caminando, dejando heridos a mi paso, eso sí. Ese es el problema.

En esta Cuaresma, le pido al Señor que lime mis afiladas aristas, que dulcifique mis formas, que me abaje hasta mis miserias y que, desde ahí, me enseñe a amar más.

Un abrazo fraterno

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